Es clave que en la confección de la agenda propia del GobLab participen actores que salgan de la lógica gubernamental, y puedan con ello incluirse las opiniones de las universidades u otras organizaciones que pudiesen ser aporte para el desarrollo de dicha tarea.
El discurso del 21 de mayo del 2014 nos sorprendió a muchos. La Presidenta Michelle Bachelet anunciaba la creación del Laboratorio de Gobierno (GobLab), con el fin de desarrollar innovaciones que mejoren los servicios que ofrece a la ciudadanía y soluciones creativas para los desafíos de políticas públicas.
Para ello, GobLab ha dispuesto de tres líneas: proyectos de innovación para los servicios públicos, difusión de conocimiento y gestión de ecosistemas. Para esto se han puesto los esfuerzos en la generación de desafíos que buscan la participación no solo de los funcionarios sino de estudiantes, profesionales y la ciudadanía en general. Este es un esfuerzo loable basado en incorporar a nuevos actores en la generación de ideas para solucionar problemáticas específicas, ampliando con esto la oferta de iniciativas similares y que se conducen hoy por hoy con gran éxito como, por ejemplo, lo desarrollado por Socialab.
Es clave que en la confección de la agenda propia del GobLab participen actores que salgan de la lógica gubernamental, y puedan con ello incluirse las opiniones de las universidades u otras organizaciones que pudiesen ser aporte para el desarrollo de dicha tarea.
Por otro lado, es posible observar que las energías puestas por parte de GobLab se encuentran en una agenda amplia –como soluciones a situación de catástrofe, salud, educación, etc.–, pero esto que podría verse como una fortaleza, también puede ser un tema que se torne complicado en el mediano plazo: la falta de foco en innovación hace muchas veces que los esfuerzos vayan diluyéndose, e impacta en los proyectos que se llevan a cabo, convirtiéndolos en muchas ocasiones en estructuras que solucionan problemas ad hoc sin plantearse una agenda en el mediano y largo plazo.
De todas maneras, es comprensible que en una etapa inicial esto sea así, dado que GobLab se encuentra en un momento exploratorio en donde debe descubrir cuáles son sus fortalezas y qué problemas resuelve con mayor calidad, pero dicha situación no es recomendable como una agenda a seguir en el futuro. Para lograr esto, es clave que en la confección de la agenda propia del GobLab participen actores que salgan de la lógica gubernamental, y puedan con ello incluirse las opiniones de las universidades u otras organizaciones que pudiesen ser aporte para el desarrollo de dicha tarea.
Dicho lo anterior, los desafíos que vienen para GobLab se centran en dos aspectos: por un lado, diferenciarse de las iniciativas ya existentes en innovación, convirtiéndose con ello en referentes tanto de contenido como metodológicos para el país y, por otro, el transitar desde la generación y ejecución de ideas con la ciudadanía hacia la intervención a nivel gubernamental en dos aspectos fundamentales: el cambio de mindset de los funcionarios, requisito fundamental para generar una cultura innovadora dentro del aparato público y, junto con ello, intervenir en política pública de manera más directa.
Si bien es cierto que, en este último punto, es interés declarado de GobLab el no participar en temáticas contingentes para reducir el costo del riesgo asociado, con ello también se reduce el impacto de los cambios, por lo que la intervención en política pública se hace fundamental por parte de esta institución, participando por ejemplo directamente en el diálogo parlamentario.
Los desafíos son grandes y, para ello, recurrir al ecosistema de innovación existente en Chile cobrará un rol fundamental para el desarrollo futuro del GobLab.
Columna publicada en El Mostrador 22/09/2015