«Históricamente el ministro del Interior era la persona donde el Presidente sentaba gran parte del esfuerzo político una persona con mucha sabiduría, expertise y futuro político. No siempre era el mejor amigo ni el de más confianza».
El cientista político de la Escuela de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Miguel Ángel Fernández, define así el rol del jefe de Interior. Según él, en los 90 ese cargo era más fácil, ya que «era sencillo» negociar con los partidos. Y con el cambio de siglo, dice, se puso a personas con más peso político y que podían articularse como candidatos presidenciales.
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