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Cambian los vientos por Gonzalo Müller

No es fácil explicar que las promesas plasmadas en un programa de gobierno, que promovidas explícitamente por la entonces candidata Michelle Bachelet lograron un gran éxito electoral, 45% en primera vuelta y 62% en segunda, dejándola de paso con amplias mayorías en ambas cámaras del Congreso, hoy, a 16 meses, ese mismo programa es rechazado […]

No es fácil explicar que las promesas plasmadas en un programa de gobierno, que promovidas explícitamente por la entonces candidata Michelle Bachelet lograron un gran éxito electoral, 45% en primera vuelta y 62% en segunda, dejándola de paso con amplias mayorías en ambas cámaras del Congreso, hoy, a 16 meses, ese mismo programa es rechazado por un 58% de los ciudadanos.La explicación más simple es que la gran mayoría votó bajo la lógica de un liderazgo carismático, como el que tenía Bachelet, y no en el análisis detallado de su programa. Pero pareciera no ser suficiente para explicar lo brusco del cambio.

El estilo refundacional de un gobierno que iba a cambiar todo desde los cimientos no sólo fue generando una resistencia. Aunque necesarios, al estar hechos bajo el espíritu de una revolución, los cambios chocaban con el sustrato de la cultura política de un país que había avanzado exitosamente en reformas graduales los últimos 30 años.

El error de diagnóstico de la Nueva Mayoría se funda en no entender la cultura social de progreso de nuestra sociedad. No supieron calcular los costos sociales ni económicos de sus reformas, y dieron por hecho que el poder serviría de cemento suficiente para mantenerlos unidos sin la necesidad de un nivel mínimo de acuerdo sobre su diseño e implementación.

Los costos de este diagnóstico errado y el ajuste a la baja anunciado por el Gobierno lo pagan hoy, como casi siempre, los más necesitados y vulnerables de nuestra sociedad. Por ejemplo, los niños de la educación pública, que estuvieron sin clases por más de 55 días ante el paro de profesores, o los estudiantes de universidades que no son del CRUCh, que van a tener que seguir esperando, aunque necesiten el apoyo estatal por su vulnerabilidad.

Todo indica que el ansiado cambio de rumbo, que tanto se le ha pedido al Gobierno, va a pasar a ser el eje central de la discusión del próximo ciclo electoral. Paradójicamente, es la oposición social a las reformas y no la continuidad de la Nueva Mayoría la que se está convirtiendo en un atractivo capital político a ser disputado en estas elecciones.

Columna publicada en La Segunda 28/07/2015