Cuando se introdujo el subsidio para financiar el déficit operacional de Transantiago en 2009, se justificó políticamente como un subsidio permanente para financiar a los estudiantes.
Efectivamente, los estudiantes pagan un tercio de la tarifa adulto y son subsidiados, pero, con las «micros amarillas» los estudiantes también pagaban un tercio del pasaje y el sistema se financiaba sin un subsidio estatal.
No se trata de replicar el caótico funcionamiento del sistema anterior, pero en el diseño original de Transantiago tampoco existían subsidios fiscales. La tarifa estudiante se iba a financiar con la tarifa de adulto y el sistema como un todo no iba a requerir subsidios fiscales.
El subsidio a Transantiago no genera un pago por la diferencia con la tarifa adulto por cada bip! que hace un estudiante. En la práctica es un pozo disponible para financiar las pérdidas del sistema independiente del motivo. No solo los viajes de estudiantes producen pérdidas, también lo hacen los viajes con trasbordos, la alta evasión y los altos costos de operación de los buses.
Incluso, se podría plantear que Transantiago se podría financiar subiendo la tarifa adulto.
Afirmar que el subsidio es para los estudiantes es tan válido como decir que es para financiar la evasión, los trasbordos, la tarifa adulto o los altos costos de operación.
Publicada 13/04/2015 en Diario Pulso