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Negociación Social: Cómo nuestro cerebro se anticipa a las decisiones de otras personas por Pablo Billeke

Durante nuestro desarrollo nuestras conductas y cerebros se moldean para participar en complejas formas de interacción social. Por ejemplo, al enfrentarnos a una negociación resulta clave poder anticiparnos a las posibles decisiones de las otras personas a fin de llegar a un acuerdo.

Los seres humanos nos caracterizamos por una rica vida social, desarrollando variadas formas de interacción. Para esto, nuestros cerebros presentan adaptaciones que nos posibilitan poder participar en ellas. Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que diferentes áreas y redes cerebrales son fundamentales para poder sostener los procesos cognitivos o psíquicos necesarios para llevar a cabo de forma satisfactoria estas conductas (Kennedy y Adolphs, 2012). Junto con esto, nuestras investigaciones sugieren que en estos procesos participan actividades eléctricas cerebrales en diferentes rangos de frecuencia.

Una forma de interacción ampliamente utilizada en nuestra vida cotidiana es la negociación, donde las personas deben ceder algo de sus intereses individuales para llegar a una solución que pueda beneficiar también a las otras personas que participan en la interacción. Estas situaciones se pueden estudiar en el laboratorio usando experimentos basados en la teoría de juegos, como la versión repetida del juego del ultimátum. En este juego, dos personas tienen que ponerse de acuerdo sobre cómo repartirse una cierta cantidad de dinero a través de propuestas u ofertas de división que uno de los jugadores va realizando de manera sucesiva. A este jugador se le denomina Proponente. Mientras tanto, el otro jugador, que se denomina Receptor, puede aceptar la oferta si le parece conveniente, o bien rechazarla. Al aceptar la oferta, el dinero se divide efectivamente y se traspasa a cada jugador, pero si la oferta es rechazada, el dinero de esa ronda se pierde, debiendo esperar ambos jugadores a la siguiente ronda para poder obtener dinero. De este modo, para maximizar sus ganancias, cada jugador debe anticipar la respuesta del otro. El Proponente necesita estimar cuál es el mínimo que el Receptor esta dispuesto a aceptar; y el Receptor tiene que anticipar de qué modo sus decisiones van a incentivar al Proponente a incrementar la oferta en rondas sucesivas.

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