El resultado fue categórico. Gabriel Boric será la trigésima segunda persona que ocupará el cargo de Presidente de Chile. Ha terminado una elección marcada por fuertes señales de polarización. A contar de hoy el Presidente electo deberá trabajar para juntar aquellos caminos que durante estos meses se han separado. Muchas de las señales de anoche van en esa línea. La conversación entre Piñera y el futuro Presidente, la visita de José Antonio Kast al comando del candidato ganador, muestran que, pese al fragor de la elección, en nuestro ADN priman las señales republicanas. Es en las derrotas donde se ve el espíritu de un país y de las personas.
Ahora llegó el momento de las señales. Boric tiene dos tareas que parecen muy importantes. Primero deberá mostrar cuál de todas sus personalidades será la que gobierne Chile. Aunque el discurso de anoche, en especial cuando leía, parecía ir en la línea más moderada, es legítimo preguntarse si con el resultado a favor mantendrá las posturas que ha tenido en sus últimas participaciones radiales o televisivas, y que éstas no responden a un maquillaje electoral cuyo objetivo era justamente el de anoche, ganar.
Hasta hace poco tiempo era impensable que el candidato que durante sus 8 años, como diputado por Magallanes, había criticado duramente las políticas de la Concertación y su conglomerado, en esta segunda vuelta incorporará las ideas, personas y que en el debate de Anatel incluso valorara esos años de gobierno.
El otro gran desafío será determinar qué rol tendrá el Partido Comunista en su gobierno. ¿Podrá gobernar sin necesidad de tener el peso del partido mayoritario sobre sus decisiones? Al menos esta tarea posee un grado mayor de complejidad que la primera. Las tensiones entre el candidato y el PC han estado presentes durante todo el proceso electoral. Es un matrimonio político por conveniencia, ahora tendrá que demostrar que es capaz de tener grados de independencia de esta relación.
Pareciera que se viene la noche económicamente. Todos los expertos auguran años difíciles en la economía del país, con todos los efectos que eso genera en el crecimiento, empleo y aumento de la pobreza. Es de esperar que el futuro Presidente entregue pronto señales de certidumbres. Conocer a los futuros ministros de Hacienda y Economía sería una señal positiva en esa línea.
En la otra vereda, comienza una nueva etapa para los partidos derrotados: Chile Vamos y la vieja ex Concertación. La política cambió, en marzo próximo asumirá un Presidente de 36 años y que pertenece a un conglomerado nuevo, que hace algunos años marchaba en las calles, y dominaba en las Universidades. El día de ayer se incorporaron más de 1 millón de nuevos votantes, estas son señales que deben interpretar estos sectores si quieren construir un proyecto político que vuelva hacer de mayoría.
Hacerse cargo del cambio, que fue el mensaje que encarnó Gabriel Boric, parece una tarea primordial, pero también lo será entender que la nueva política se hace de una forma distinta y por medios diferentes. De otra forma no se puede explicar que un candidato que no estuvo en Chile terminó imponiéndose al candidato de ambos conglomerados en la primera vuelta.
El futuro Presidente tendrá que entender que el diálogo será fundamental en esta nueva etapa. Gabriel Boric no posee las mayorías parlamentarias para desarrollar todo su plan de gobierno, por eso necesariamente deberá ceder si quiere avanzar en sus reformas. La pregunta será cuánto está dispuesto a hacerlo.
Aún estamos analizando los resultados, y probablemente quedan muchos análisis por hacer, lo cierto es que desde el 18 de Octubre del 2019 el país cambió, y el parlamentario que estuvo dispuesto a firmar “el acuerdo por la paz y la nueva constitución”, pese a la negativa de su partido político, gobernará el país a contar de marzo. ¿Coincidencia? No creo en ellas.
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