¿Hacia dónde va la oposición? ¿Cuáles serán los ejes 2019? ¿se reeditará la fórmula del 2018? Son todas preguntas que resultan difíciles de responder. Por lo pronto, porque existen una serie de nudos que no estarán deshechos sino hasta finales de mayo. En primer lugar está el cumplimiento del acuerdo administrativo por parte del Frente Amplio (FA), el que no se resolvería hasta marzo, si bien los resultados de la elección interna del FA sugieren que el acercamiento a la ex Nueva Mayoría estaría siendo reemplazado por la lógica del camino propio.
No obstante ello, la exigua participación en dichas elecciones (8%) plantea una duda de fondo, a saber, si las bases quieren o no dicho acercamiento, e incluso si realmente entendieron la disputa. De cualquier modo, el problema es estructural: ¿cuánto gana hoy el Frente Amplio con este acercamiento, en vistas a la municipal, sin antes medir su fuerza electoral en ésta? Pero, también, ¿qué riesgos entraña una estrategia de camino propio, en un sistema electoral como el municipal, en que gana quien tiene más votos? No es extraño que el FA proponga un sistema de dos vueltas para la elección de alcaldes, pues ello le permitiría un mayor espacio de maniobra para negociar cupos bloqueados en este ámbito. Por último, existe otro problema estructural, un acuerdo político no puede suponer un nivel de exclusividad como el que exige el conglomerado de izquierda; eso obligaría a un sector y sus parlamentarios a renunciar a su autonomía, opciones ideológicas y tácticas. Un segundo nudo es la elección interna del Partido Socialista (PS), de la que ya supimos de un primer traspié.
En efecto, las elecciones de las juventudes, que por un momento se había propuesto suspender para marzo, finalmente fueron llevadas a cabo hace un par de semanas, en las que los sectores “opositores” a Elizalde tuvieron mayoría.
El tema de fondo es si el PS continúa con la estrategia hasta ahora seguida por Elizalde o si se produce un giro que supone el retorno de los dirigentes “históricos”.
Cualquiera sea el caso, si la disputa es sólo de poder o de enfoques estratégicos, más que de fondo, lo sabremos sino hasta entrado el proceso electoral de mayo.
Mientras tanto, lo más probable es que el foco interno y las fichas que cada sector apueste estarán dirigidas a la elección. Finalmente, un tercer nudo tiene que ver con la estrategia zigzagueante en relación al gobierno de parte de la Democracia Cristiana (DC) y del Partido Radical (PRSD).
Si bien, para sus otrora “socios”, el PC y el FA, resultan inaceptables, lo concreto es que les otorgan una capacidad de maniobra significativa a la hora de apoyar o no determinadas iniciativas legislativas del gobierno.
La pregunta es si esta fórmula tiene límites y, por lo tanto, conforme avanza el tiempo, las elecciones municipales tenderán a reducir los espacios de heterodoxia.