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Daniel García: Electos por la gran minoría – El Sur de Concepción

Desde que se conocieron los resultados de la primera elección con voto voluntario -municipales de 2012- que muchos han salido a criticar la medida, ya que se pasó de una participación de casi el 86% en las municipales de 2008, a un 43% en los comicios de 2012. No obstante, tal discusión es banal si tomamos en cuenta que la cantidad de electores se mantuvo similar y la variación porcentual solo se debe al aumento del padrón por la inscripción automática.

Las últimas elecciones municipales acentuaron los cuestionamientos, ya que esta vez efectivamente disminuyó la cantidad de votantes a un 34% del total del padrón. Tal situación se torna compleja si pensamos que, tomando en consideración el total de individuos habilitados para sufragar, muchos alcaldes salieron electos con un margen de preferencias mínimo que, a todas luces, hace dudar sobre el real respaldo ciudadano que podrían tener las medidas implementadas por los ediles.

Es así como en Lebu, por ejemplo, el alcalde Cristian Peña fue electo con un 66,8% de los votos escrutados. Sin embargo, al ver el padrón de la comuna, podemos advertir que el alcalde resultó electo con solo el 28% del potencial de votantes. En Los Angeles el alcalde Esteban Krause fue reelecto con un 61,1% de los votos, cifra que disminuye a un 17,8% si pensamos en el padrón electoral de la comuna. En el caso de Chillán, el 56,8% del también incumbente Sergio Zarzar cae a un 18,5% del total de ciudadanos. Finalmente está Concepción con una cifra particularmente baja, ya que si bien el alcalde Ortiz fue reelecto con un 46,7%, el margen disminuye al 12% si se considera el padrón completo.

¿Son estas cifras una muestra de la pérdida de legitimidad de nuestras autoridades? Absolutamente no, ya que la legitimidad la entrega el proceso eleccionario en sí, y mientras este se mantenga sin cuestionamientos los resultados son totalmente legítimos. Donde sí existe un problema importante para los alcaldes electos es en la representatividad que ahora tienen para gestionarlos municipios y dar soluciones deseadas por los ciudadanos. Si nuestras autoridades son electas con cada vez menos representatividad, corremos el riesgo de perpetuar el círculo vicioso de la desafección, el cual es difícil de romper. Por el momento, los alcaldes tendrán que redoblar esfuerzos para que sus administraciones tengan un apoyo que no dificulte el funcionamiento y progreso de las comunas.

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