Difícil de entender para el ex Presidente Lagos que su arriesgada puesta en escena de hace dos semanas no haya provocado el ordenamiento esperado detrás de su candidatura. Ninguno de los partidos lo ha proclamado como su candidato de manera oficial y cada vez son más las voces críticas a su decisión de volver a postular.
Poca agua había en la Nueva Mayoría para el piscinazo del candidato Lagos. No lo ven como salvador debido a su bajo desempeño en las encuestas; de hecho, los abundantes ataques desde la izquierda le han hecho daño, bajando su evaluación positiva de manera importante en la última encuesta Cadem de evaluación de personajes públicos. Y como la política –y sobre todo las campañas– son siempre sobre el contraste, quien sube y se empina en el primer lugar es el senador Alejandro Guillier.
La frialdad de La Moneda tampoco ayuda al ex Presidente. La Presidenta lo ignora y no lo nombra, tampoco sus ministros, pero esta va a ser una relación difícil casi sin solución. La Moneda necesita un candidato que dé continuidad a sus reformas, y Lagos sabe que el nivel de rechazo de la Presidenta Bachelet y su gobierno, como también el de las reformas, le harían muy difícil ser competitivo en la elección presidencial. Cuando el nivel de rechazo llega al 70% es casi un suicidio ser percibido como el continuador. Entonces Lagos debe resolver este primer traspié de su campaña. ¿Cómo ser candidato sin el apoyo del gobierno de la Nueva Mayoría y sin al apoyo de sus partidos?
Alejandro Guillier es el candidato ideal para el actual momento del gobierno: nadie le tiene cuentas pendientes, ni los partidos ni la ciudadanía; nadie sabe qué piensa, por lo que tiene libertad para hablar y opinar sin hacerse cargo de sus posiciones del pasado. El senador Guillier es percibido, sin necesidad de hablar mucho, como leal con el gobierno y la Presidenta, partidario de todas las reformas por las que ha votado como senador, y en la izquierda se sienten confiados en que será un sucesor del rumbo impuesto por el actual gobierno. A su favor tiene además que todavía la ciudadanía lo percibe como algo nuevo y ajeno a la política tradicional. El contraste con Ricardo Lagos es total.
Los próximos dos meses serán decisivos para las pretensiones del candidato Lagos. Primero, la elección municipal será un factor de presión al cuantificar el real riesgo electoral para la Nueva Mayoría de perder el gobierno. Y después, las encuestas de fin de año terminarán de delinear el escenario electoral con el que partirá 2017, actuando como una verdadera poda ante el florecimiento de tantos candidatos con bajo respaldo ciudadano. Solo los bien perfilados o con apoyos políticos sólidos lograrán sortear ese momento. Por ahora, Ricardo Lagos, al igual que muchos otros precandidatos, no tiene asegurada su suerte ni su candidatura.
Gonzalo Müller, profesor Centro de Políticas Públicas UDD.
Ver nota Aquí