Se ha instalado en Chile un interés transversal en modernizar el actual sistema de ahorro y capitalización individual, fortaleciendo el pilar solidario en beneficio de los más pobres, con el fin de asegurar pensiones para una vejez digna. El objetivo es resolver un problema no sólo de hoy, sino también de las generaciones venideras. Sin embargo, hay quienes plantean que se debe retroceder hacia un sistema de control estatal o reparto, con la ilusión de que las pensiones mejorarían de forma mágica e inmediata.Uno de los errores más costosos en la aplicación de políticas públicas, es creer que un problema complejo se soluciona de manera fácil y acudiendo al Estado, como si ésta fuera una suerte de deidad omnipotente. El hecho que muchas personas obtengan pensiones bajas en el sistema de ahorro individual, no es razón suficiente ni válida para justificar uno estatal.
El sistema de ahorro individual obtiene pensiones superiores al estatal, pero además se sustenta en ciertos principios básicos de una sociedad libre que respeta la decisión de las personas para mejorar su vida futura. Actualmente, las bajas pensiones se deben a que los cotizantes no pudieron ahorrar lo suficiente durante su vida laboral, ya sea porque no cotizaron mientras trabajaban o porque no tuvieron empleo en forma permanente.
El principal problema de las bajas pensiones es de carácter laboral, no del sistema de pensiones. Luego, la solución de fondo es mejorar el empleo, los salarios y el trabajo formal. Más allá de la discusión sobre el perfeccionamiento de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), el resultado de su gestión es que el patrimonio de los cotizantes se ha triplicado, superando los US$ 165.000 millones en total. Bajo el sistema de capitalización individual, la pensión del promedio total alcanza los $ 227.400, considerando los períodos no trabajados y una cotización de 13% (incluyendo seguro de invalidez y sobrevivencia). En contraste, bajo el sistema estatal de reparto (ISP) la pensión promedio para todos los cotizantes no supera los $ 120.000, para lo cual se exige una cotización del 20%. Cabe recordar que bajo este último sistema quienes cotizaban menos de 10 años no obtenían pensión. Desde un punto de vista ético, el sistema de capitalización individual busca Sería arriesgado para Chile Vamos cerrar filas en torno a Sebastián Piñera, que si bien muestra una ventaja, está lejos de una consolidación. premiar el ahorro que por años hacen los cotizantes. Más aún, dichos cotizantes contribuyen a reducir el peso que nuestra sociedad tendría que soportar, de ser mucho mayor el número de personas que al término de su vida laboral tendrían que ser subsidiados, porque no ahorraron.
Desde el ámbito político existe un riesgo mucho mayor, ya que la administración de los fondos de los ahorrantes por parte del Estado son presa segura de las políticas populistas. La miopía de la política contingente se traduce en una constante presión por capturar recursos de dichos fondos para diluirlos en objetivos diversos. Es un hecho que los instrumentos de intervención estatal siempre están al alcance de los legisladores y las demandas políticas coyunturales. Avanzar progresivamente hacia un sistema estatal crearía nuevos e insospechados problemas, sin resolver ninguna de las falencias de nuestro actual sistema de pensiones. Es preferible mejorar sustantivamente lo que tenemos y dejar estacionada la retroexcavadora.
Ver Columna AQUÍ