El reciente fallo del Tribunal Calificador de Elecciones acogiendo la solicitud de la Nueva Mayoría, y ordenándole al Servel retroceder en sus decisiones para que dé curso a la inscripción de pactos y candidatos para las primarias del bloque oficialista, es sin duda un duro golpe que ha dañado la autonomía del organismo.
Mala noticia para un organismo que había recién debutado con una nueva institucionalidad que lo dota de mayores atribuciones, y del que se espera pueda tener una mayor capacidad de control y fiscalización frente a los procesos eleccionarios. La forma de resolverse este enfrentamiento con la Nueva Mayoría, por el incumplimiento del plazo de inscripción de las primarias legales, fue la peor posible al poner una oscura sombra sobre su funcionamiento y capacidad.
Aquí no se cumplió el dejar que las instituciones funcionen, el Servel se pronunció no una, sino tres veces sobre la solicitud rechazándola siempre. Argumentando sólidamente el incumplimiento por parte de la Nueva Mayoría.
La duda que pone el fallo respecto de las atribuciones del Servel, en la persona de su directora, y de que sus decisiones habrían sido abusivas por exceder el marco legal, pone en cuestión a quien va a tener una importantísima responsabilidad en la ejecución y fiscalización de estas mismas primarias. Y por lo mismo hacen surgir preguntas relevantes en la ciudadanía que observa este proceso: ¿Tendrá la autoridad cuestionada la independencia necesaria para fiscalizar posibles infracciones a la normativa en el caso de las primarias del oficialismo? ¿Podrá abstraerse del cuestionamiento actual? ¿Ees prudente que siga a cargo del proceso?
El Presidente del Consejo del Servel, Patricio Santa María, sabía que en parte esta situación abría un flanco a la autonomía de la organización que preside. Por eso desde el primer momento de la fallida inscripción de la Nueva Mayoría ha insistido en una ley corta y express que fije nuevos plazos como solución salomónica, pero que evidentemente es rechazada por la mayoría que ve en ella la concesión de privilegios a quien no pudo cumplir con el plazo legal. Así, esta propuesta lo único que deja en evidencia es que se acusa el golpe que significa para el organismo esta incómoda situación.
La excepcionalidad en que queda el proceso de primarias de la Nueva Mayoría la aleja de cualquier concepto de igualdad ante la ley, peor aun cuando el oficialismo ha seguido negociando de forma muy accidentada y tensa su acuerdo electoral municipal, dejando en evidencia que al momento en que debía inscribirlo este no estaba formalizado, y que la verdadera causa de todo este bochornoso proceso tiene su origen en las diferencias y divisiones internas.
Flaco favor le han hecho los protagonistas de este enfrentamiento a la necesaria credibilidad y confianza que los ciudadanos deben tener en las instituciones que velan por el correcto funcionamiento de las elecciones y primarias. Un Servel dañado en su autonomía no le sirve a nadie, menos aun cuando recién inicia un ciclo electoral de dos años en que las presiones y disputas políticas van a ser recurrentes, y que por lo mismo no deberían haber dudas de la capacidad de resistirlas en el correcto cumplimento de su rol.
Columna publicada en El Líbero 14/05/2016