Resulta repetitiva la frase entre los integrantes de ChileVamos de que la nueva coalición política debe ser más que un pacto electoral para enfrentar las próximas elecciones. No deja de ser ambicioso el proyecto pensando que las fuerzas dominantes hoy en nuestro escenario político son la fragmentación y la división, es decir lo opuesto a lo que pretenden establecer en este nuevo referente. Si se quiere ir contra la corriente, se debe estar preparado para soportar tensiones y saber solucionarlas. El sentido de unidad que recorre a los partidos y movimientos que adhieren a ChileVamos va a ser puesto a prueba muchas veces, y va a requerir de una amistad cívica que permita entender y actuar sabiendo que el adversario está al frente y no al interior de la propia coalición. La construcción de confianzas entre los partidos y movimientos es no sólo una necesidad, sino un requisito si se quiere hablar de que se es más que un pacto electoral. Existe un capital importante en este sentido gracias a la experiencia de gobierno. Durante el mandato del Presidente Piñera, fueron miles de profesionales que asumieron la responsabilidad de trabajar en equipo, sin mayores diferencias políticas, y poniendo el proyecto colectivo por sobre lo individual.
El respeto de las legítimas diferencias que forman la identidad de cada partido y movimiento debe conciliarse con la voluntad y compromiso de actuar en unidad. La declarada voluntad de transformarse en alternativa de gobierno frente a la ciudadanía debe ir acompañada por acciones concretas, que permitan a esa gran mayoría de chilenos decepcionados de la Nueva Mayoría y sus reformas mal hechas sentirse interpretados en su malestar y deseo de recuperar el rumbo de progreso y crecimiento. Paso a paso, ChileVamos debe avanzar en su institucionalización, pero con sentido de urgencia. Así debe construir su proyecto político común al mismo tiempo que lo materializa en candidatos y campañas para la próxima elección de alcaldes y concejales en sólo 10 meses más. Será una prueba de fuego para este nuevo referente el desafío de contar con candidatos únicos a alcaldes en cada comuna del país, pensando que las divisiones y peleas entre los partidos en el pasado han costado dolorosas derrotas. La unidad, y no la división, ha sido para la centroderecha chilena el camino para lograr convocar a la mayoría.
Administrar la tensión que implica competir en tres listas distintas de concejales en cada comuna es aún más difícil e importante, porque amenaza directamente el atributo de unidad de la naciente coalición. Será difícil, si no imposible, generar credibilidad en un electorado ya incrédulo, si los partidos se trenzan en una encarnizada disputada entre ellos y no forman un frente común de oposición frente al gobierno de la Nueva Mayoría. Frente a una ciudadanía molesta y desconfiada de la política, ChileVamos debe avanzar paso a paso si quiere ir lejos. Un proyecto común y la nueva institucionalidad como pasos positivos deben ir acompañados necesariamente de una estrategia electoral compartida que les permita a todos crecer a costa del desgaste del gobierno y de sus partidos.
Columna publicada en El Líbero 09/01/2016