Los últimos cinco años han marcado profundos cambios en los flujos de intercambio internacional por diversos factores: guerra comercial, pandemia, guerra ruso-ucraniana, y ahora, las proyecciones de una recesión global.
Gracias al consenso bipartidista norteamericano, Estados Unidos ha normalizado una política económica poco ortodoxa, imponiendo tarifas y restringiendo la exportación de algunos productos a China. En esta línea, el presidente Joe Biden recientemente prohibió la exportación de tecnología avanzada de semiconductores a China, y planea subsidiar por cientos de miles de millones de dólares la inversión en la manufactura doméstica. Como consecuencia, un reajuste del comercio internacional es inevitable.
Paradójicamente, los grandes ganadores de esta gran transformación han sido las economías del sudeste asiático. Desde 2018, las importaciones de EEUU, han aumentado en un tercio, explicado mayoritariamente por una expansión de las exportaciones del bloque ASEAN, que agrupa a prácticamente todas las naciones del sudeste de Asia.
Por ejemplo, los envíos de Indonesia crecieron alrededor del 60%; los de Tailandia más del 80%; y las exportaciones de Vietnam más del 170%. En consecuencia, la participación del gigante asiático en las importaciones estadounidenses se ha reducido considerablemente. China representaba casi la mitad de las exportaciones de Asia a EEUU, siendo ahora un poco más de un tercio. La propia China también está importando más de países ASEAN.
De cara a estas evidentes transformaciones nuestra diplomacia nacional ha sido lenta. Si bien Chile todavía tiene una posición privilegiada para tomar ventaja de su larga relación comercial con mucho del sudeste asiático, resulta preocupante que la actual administración no esté llevando a cabo acciones concretas para profundizar nuestra presencia en esa región.
Como sabemos, los esfuerzos de gobierno han estado en la cuestionable negociación de las cartas laterales del TPP11 y en la renegociación del acuerdo de modernización con la Unión Europea, en vez de centrados en estrechar lazos políticos y económicos con los países del sudeste asiático. ASEAN es un mercado de casi 700 millones de habitantes, con múltiples economías en desarrollo, pero de rápido crecimiento, por lo que los productos chilenos tienen una gran proyección.
Este puzle presenta serios desafíos para el futuro de nuestro país. Después de haber logrado integrar a Chile al comercio internacional, abriendo los mercados de Norte América, Europa y el Este de Asia, hoy, Chile necesita una diplomacia ágil que pueda adaptarse a los cambios y reenfocar los esfuerzos. En 2021 dio el primer paso para incorporarse al tratado AANZFTA que reúne a ASEAN, Australia y Nueva Zelandia. Además, en 2019 se le otorgó a nuestro país el estatus de Socio de Desarrollo de ASEAN.
Por desgracia, al parecer la Cancillería no ha avanzado en ninguna de estas iniciativas y hay serias dudas respecto de nuestros objetivos de política comercial. ¿Será más beneficioso crear una industria del litio con Bolivia y Argentina? ¿O estrechar lazos con la región más dinámica del mundo?
‘¿Será más beneficioso crear una industria del litio con Bolivia y Argentina? ¿O estrechar lazos con la región más dinámica del mundo?’.
Columna de Juan Pablo Sims Diario Financiero