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Editorial N°30

Hace tres semanas Donald Trump se convertía en el tercer Presidente en la historia de Estados Unidos en sufrir un “impeachment” o juicio político. Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998 habían sido sometidos al mismo proceso, siendo ambos absueltos posteriormente. El caso de Richard Nixon fue distinto, pues no se había alcanzado a constituir el “impeachment” cuando debió renunciar a su cargo tras perder parte importante del apoyo republicano.

La votación para abrir el proceso de “impeachment” contra Trump en la Cámara de Representantes se mostró evidentemente partidista, lo que deja al descubierto la profunda polarización en la política norteamericana. Y, aun cuando la mayoría demócrata logró llevar el caso al senado, la mayoría republicana en la cámara alta amenaza con terminar el proceso en el que se necesitan 2/3 de aprobación de dicha cámara para la destitución.

Por ello, se puede afirmar con cierta seguridad de que el Presidente Trump no será removido de su cargo. Esto no quiere decir que el proceso de “impeachment” sea una completa pérdida de tiempo. Las consecuencias que trae consigo el juicio político afectan directamente a las elecciones generales de noviembre de 2020, considerando que anteriormente ningún presidente se postuló para la reelección luego de ser acusado.

De este modo, el columnista de esta edición de Prospectiva Internacional, Guido Larson, profundiza mayormente en las consecuencias que podría traer el impeachment para las elecciones presidenciales norteamericanas.

Andrés Muñoz

Asistente de Investigación CERI UDD