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Ideología e integración regional

 

La creación de PROSUR ha causado una fuerte crítica por parte de ciertos sectores de la sociedad latinoamericana. Dicha crítica hace referencia a las dificultades de abordar la integración regional desde un punto de vista ideológico. En ese sentido, es importante recordar el fracaso de múltiples instancias similares como UNASUR y ALBA, causado principalmente por el exceso de ideologismo. Sin embargo, es fundamental analizar la naturaleza de las cosas en su propio mérito, y en esa perspectiva, PROSUR presenta una serie de oportunidades y desafíos para el proceso de integración sudamericano que serán estudiados a continuación.

En primer lugar, América Latina se ha destacado en los últimos setenta años por la creación de diversas instancias de integración regional, las que en su mayoría han fallado en alcanzar los objetivos para las que fueron creadas. Por ejemplo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), poco ha logrado en materia de reducción de pobreza e integración. Por otro lado, el Mercado Común del Sur (Mercosur) que en sus orígenes buscaba convertirse en un mercado único para todo el continente, no ha podido trascender su fase de unión aduanera. UNASUR, por otra parte, también destacó por sus amplios objetivos y poco ha logrado en términos de fomentar la infraestructura regional, o generar una mayor concertación política entre los líderes de Sudamérica.

Uno de los motivos principales detrás de estos fracasos, tal y como lo han mencionado en las últimas semanas diversos líderes latinoamericanos, fue el exceso de ideologismo. En esa perspectiva, tanto ALBA como UNASUR nacieron como iniciativas de la izquierda latinoamericana que gobernó la mayoría del continente durante la primera década del siglo XXI, y que durante este periodo promovió la creación de diversos organismos regionales con sesgo ideológico que buscaban avanzar los proyectos políticos de la izquierda latinoamericana en vez de fomentar la integración del continente desde una perspectiva inclusiva.

Dicho modelo de integración regional se sustentó sobre la base de la convergencia ideológica. Hugo Chávez, Lula da Silva, Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales, José Mujica, Michelle Bachelet, entre otros, formaron parte de esta corriente político-ideológica. En otras palabras, el modelo de integración regional se sustentó en gran medida en el personalismo de los líderes y en las características ideológicas de los regímenes de turno, dejando de lado la importancia de la creación de una institución sólida que pudiera asegurar la funcionalidad de estos organismos más allá de los gobiernos de turno.

En consecuencia, dada la naturaleza esencial de la democracia, al producirse alternancia en el poder el sustento de estos organismos internacionales se fue disipando paulatinamente. Lo que demuestra los problemas operacionales de utilizar la ideología como punto de convergencia para los procesos de integración. En ese sentido, es importante destacar que la Unión Europea y ASEAN, dos organismos exitosos de integración en sus respectivos territorios, se han destacado por su planificación a largo plazo que ha buscado generar consenso y aprobación más allá de las barreras de la ideología de turno, lo que les ha permitido avanzar a largo plazo hacia la integración regional.

Al igual que UNASUR en su momento, PROSUR nace al alero de la convergencia ideológica sudamericana. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en la década anterior, esta vez, la concertación ideológica se produce mirando a la derecha y no en la izquierda. Sebastián Piñera, Jair Bolsonaro, e Iván Duque, entre otros, representan la nueva marea de gobiernos de derecha en Sudamérica. Por este motivo, dado el rotundo fracaso de los procesos de integración ideologizados, diversos líderes regionales han recibido con sospecha la creación de PROSUR, argumentando que dicha organización responde a la lógica conservadora y que, por consiguiente, significará un fracaso a largo plazo, dado que el único camino posible para la región es la cooperación realista y pragmática. En resumen, existe amplia evidencia y consenso respecto a la idea de rechazar la creación de organismos ideológicos.

No obstante, la declaración de PROSUR, firmada por ocho países, no incluyó ningún elemento que pueda ser determinado como ideológico, lo que marca una diferencia sustancial con los fallidos procesos de integración latinoamericanos mencionados anteriormente. En ese sentido, el único elemento tangencialmente ideológico, es el apoyo incondicional a la democracia como requisito fundamental para formar parte de la organización.

A pesar de que momentáneamente PROSUR no ha demostrado sesgo ideológico, el organismo todavía se encuentra en su etapa fundacional, lo que implica que probablemente estará sujeto a cambios sustanciales. En ese sentido, dada la corriente político-ideológica de los países miembros, es pertinente imaginar que PROSUR podría transformarse en un foro instrumental de la derecha sudamericana. Sin embargo, por el momento, todas las señales indican a que al menos los líderes de PROSUR intentarán mantener el foro lo más diverso posible.

En conclusión, PROSUR debe ser analizado en su propio mérito. Por lo pronto, dicha organización es un foro que logró reunir a once países y a seis líderes de Sudamérica, región que no tenía diálogo multilateral a nivel de mandatarios desde noviembre de 2014, en un ambiente donde primó la cooperación y respeto por la particularidad de cada uno de los países invitados. Por consiguiente, si bien la amenaza de ideologización sigue presente, debido a una larga historia de fracasos regionales, la experiencia del 22 de marzo demuestra los posibles beneficios que podría traer este foro para la integración de Sudamérica. En consecuenca, a pesar del riesgo de ideologización, pareciera ser que la iniciativa PROSUR es un risgo digno de tomar dado que podría marcar un antes y un después en las relaciones sudamericanas.

Juan Pablo Sims

Investigador Centro de Estudios de Relaciones Internacionales UDD.