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Belt and road initiative y el cambio en la política exterior China

 

En las últimas décadas, China ha sufrido una de las transformaciones materiales más grandes en la historia de la humanidad. En 1987 China tenía un ingreso 251 dólares per cápita, treinta años después, en 2017, la economía China logró superar la barrera del ingreso medio, alcanzando un ingreso per cápita de 16.760 dólares. Esta dramática transformación material ha conllevado una serie de cambios estructurales en la sociedad China. En ese sentido, la política exterior no es una excepción, lo que puede ser entendido en base al proyecto Belt and Road Initiative (BRI por sus siglas en inglés) anunciado por Xi Jinping en 2013 que, debido a su gran envergadura demuestra un quiebre en la política exterior china, pasando de la pasividad y mantención del statu quo, a una política más proactiva. Por este motivo, resulta fundamental analizar la evolución de la política exterior China en virtud del cambio sociopolítico que ha sufrido el país.

El increíble desarrollo económico vivido por China durante los últimos treinta años se debe en gran medida a las reformas estructurales impulsadas a finales de la década de 1970 por Deng Xiaoping, líder histórico del Partidos Comunista Chino. A finales de los ochenta, Deng acuñó la célebre frase “Taoguang yanghui” que puede ser entendida como “mantener un bajo perfil y ganar tiempo”, lo que resume en pocas palabras la política exterior  perseguida por China hasta la toma de poder de Xi Jinping en 2013.

A lo largo de este periodo, el comportamiento internacional de China se caracterizó por su pasividad. Básicamente, la política exterior de China favorecía la mantención del statu quo en la región, intentando mantener la estabilidad regional para así poder enfocarse en asuntos internos como el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Sin embargo, hubo algunas excepciones donde China tomó un rol más protagónico, como en la Tercera Crisis del Estrecho de Taiwán. No obstante, este episodio debe ser analizado desde una lógica de política interna, dado que la República Popular China ha manifestado en numerosas ocasiones que las relaciones China-Taiwán son un asunto interno donde no se acepta la intervención extranjera.

Gracias a esta pasiva política exterior, China logró desarrollarse económicamente sin demasiados conflictos internacionales. Sin embargo, hacia finales de la década del 2000, la República Popular China empezó actuar más proactivamente. Proceso que sería fortalecido con el auge de Xi Jinping como líder indiscutido de China, quien durante su gobierno cambió definitivamente el rumbo fijado por Deng Xiaoping casi tres décadas atrás.

En la actualidad, existe amplia evidencia que demuestra el cambio fundamental ocurrido en la política exterior de China. Sin embargo, pocos ejemplos son más emblemáticos y han acaparado tanta atención como el desarrollo del proyecto BRI, empresa anunciada por Xi Jinping en 2013.

En resumidas cuentas, BRI es un plan de inversión público/privado que busca financiar y construir infraestructura crítica para el crecimiento económico de Asia del Este, Sudeste Asiático, Asia Central, África y Europa. Es la iniciativa de inversión más grande en la historia de la humanidad, solamente comparable con el Plan Marshall, impulsado para favorecer la reconstrucción de Europa post Segunda Guerra Mundial.

El Gobierno Chino ha definido cinco objetivos fundamentales dentro del marco del BRI: comercio sin obstáculos, integración financiera, conectividad de las instalaciones, coordinación de políticas y una mayor integración de personas para el desarrollo humano. Con esta iniciativa, entre otras cosas, China busca reorganizar el subsistema regional asiático. Posicionando a la República Popular como el centro político y económico de Eurasia.

Para este motivo, enmarcado en la lógica del BRI, las múltiples inversiones en infraestructura promovidas por China tienen el doble objetivo de fomentar el libre intercambio de bienes y servicios, incentivando así el crecimiento económico de la región, pero también tienen la meta de conectar a todo el continente con China, transformando al gigante asiático en el verdadero núcleo del comercio mundial por medio de la construcción de autopistas, puertos, ferrocarriles y otras iniciativas. Por ejemplo, el Corredor Económico Chino-pakistaní anunciado en 2013, busca conectar las costas del Mar Indico con China continental, evitando así las dificultades que implica transitar por el sudeste asiático.

En ese sentido, la inversión más emblemática de este proyecto es la reconstrucción y ampliación del puerto pakistaní de Gwadar, que se conectará por vía terrestre con la ciudad de Kasgar, ubicada en el extremo occidental de China, en la región autónoma de Sinkiang. El Corredor Económico chino-pakistaní, está avaluado en más de 62 mil millones de dólares, lo que demuestra el nivel de compromiso de China con un proyecto de esta envergadura.

En pocas palabras, la política exterior china de los últimos treinta años puede ser dividida en dos periodos: 1989-2012, en que predominó el pensamiento de Deng Xiaoping, lo que se tradujo en un comportamiento pasivo por parte del gigante asiático, donde se buscó mantener la estabilidad regional para asegurar el desarrollo interno, y 2013-hasta la fecha, que se ha caracterizado por el liderazgo de Xi Jinping y una política exterior más proactiva, que se condice con el retorno de China como potencia mundial, lo que se ha manifestado en una mayor voluntad por perseguir activamente los intereses del pueblo Chino. En ese sentido, el BRI con sus ambiciosos objetivos, demuestra el cambio en la política exterior China, así como también el nivel de compromiso y voluntad de China por liderar los nuevos procesos político-económicos del siglo XXI.

Yun-Tso Lee.

Director Centro de Estudios de Relaciones Internacionales UDD