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China y la Geopolítica del Sur Global: desafíos para el nuevo gobierno.

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Las narrativas geopolíticas en América Latina y Chile continuarán siendo una referencia obligada para el diseño y aplicación de sus políticas exteriores. Así ocurrió en el pasado y de una manera diferente, lo harán en el futuro.

Desde el siglo XIX, después de la Independencia, estas se concentraron en la consolidación territorial de los estados. En el siglo XX la matriz geopolítica fue determinada por la Guerra Fría. Después de la hegemonía de EE. UU surge un sistema multipolar en lo económico.

La Estrategia de Seguridad del presidente Trump, lanzada el 18 de diciembre dio un silbato que enciende alarmas a las dos principales rivales: “China and Russia challenge American power, influence, and interests, atempting to erode American security and prosperity.” Es una mirada que aparece como un arco ofensivo contra terceros que países como Chile deben conocer, pero no deberían imitar.

Xi Jingping, desde su ascenso al poder el año 2013, su sueño ha sido construir la restauración del poder imperial de su país. Ese sueño lo re- confirmó en la Cumbre de Davos y en el extenso discurso ante el XIX Congreso del PCCh el pasado octubre donde China se define a sí misma como garante de la globalización.

En este escenario, es interesante situar nuestra región y a Chile en el debate sobre la globalización post capitalista, marcada por la cuarta revolución industrial y por la  emergencia del Sur Global.

Mientras que Occidente, EE. UU y nuestra región se inclinan a opciones de centro derecha, en forma simultánea se debilitan algunas democracias e incluso el capitalismo se deslegitima en Alemania en las percepciones de la opinión pública   y ello afectaría el iris del ojo de la seguridad mundial, al decir de Kissinger.

El primer Ministro Xi y Putin definen la existencia de un mundo multipolar en todo sentido. Desde nuestra mirada, una lectura adecuada de la coyuntura mundial se define con la ayuda de un concepto más híbrido y dúctil.

Para iluminar la actual coyuntura conviene recordar al Profesor Haass quien escribió en su artículo “La era de la no polaridad, lo que seguirá al dominio de EE. UU.”, donde prueba que el motor del apolarismo es la globalización que fortalece la no polaridad y a su vez diluye la influencia de las principales potencias. Ese apolarismo caracteriza la actual política global. La unipolaridad y bipolaridad son cosas del pasado y en ese sentido la geopolítica de la guerra fría está obsoleta, pero ello no significa que Beijing y Moscú dejen de ser adversarios de Washington.

Para sobrevivir en este ambiente apolar e inseguro la única opción de nuestros países es a favor del multipolarismo y el multilateralismo, apoyando las políticas multilaterales, esa opción sirve los intereses de los países tiburones y las sardinas. Lo lamentable es que los primeros se organizan y coordinan, a pesar de sus diferencias, pero los del Sur cada uno se las arregla de la mejor manera.

En consecuencia, es necesario definir una ruta de navegación autónoma pro alineada con la diplomacia de LA EMERGENCIA DEL SUR, ese conjunto de iniciativas uni, bi y multilaterales que se han tejido, con mayor intensidad después de la postguerra fría. En particular, en el período post hegemonía de EE. UU y que consiste en perseguir una mayor interconectividad pública y privada entre países emergentes, para aprovechar las ventajas de insertarse en un nuevo ciclo en el sistema internacional. Ejemplos: Alianza del Pacífico y BRICS junto a los nuevos pasos para fabricar redes de interconectividad y entidades similares al TPP, pero sin EE. UU. por el momento.

India, Canadá, Vietnam ejemplos pioneros en innovación internacional

En consecuencia, el nuevo gobierno chileno y sus similares en la región deberían   proponer una nueva lectura de las magníficas oportunidades y riesgos de la escena mundial. Sería un error geopolítico hacer en un alineamiento automático al   nuevo garante de la globalización. Incluso Beijing podría pisar la cola al dragón y este latigazo rebotar en su contra, si no se re-crean las confianzas con las potencias grandes y chicas del Sur emergente.

Chile con una estrategia de poder inteligente, como lo hace la India del Primer Ministro Modi, o, Trudeau en Canadá, Chile se puede inclinar hacia la gran estrategia del Sur, aprovechando su momento de ascenso, para lograr una mayor cuota de autonomía, participación y vocería. Esa mayor influencia requiere reformas en la cultura corporativa del estado chileno y coordinar las metas dispersas del sector externo incluyendo las regiones, al sector de la Ciencia, la Cultura, la Defensa y la empresa.

Una nueva diplomacia pública desde los intereses del Sur promueve concertar acciones transversales con los países vecinos y la región como una nueva manera inteligente de gobernar la gobernanza global, sacudida por los oleajes de la globalización.

Una nueva inserción de Chile en el mundo no significa la eliminación de las asimetrías al interior del Sur Global o, ignorar la existencia de hegemones que rivalizan entre sí por lograr cuotas de poder. Como es usual, la competencia no siempre es leal en la región y entre países del Sur.

Al respecto, lo peor es que en Occidente se entiende mal a Asia como señaló Guy Sorman: “es un imperativo para las personas serias que eviten las trampas románticas orientalistas en nuestros encuentros con Asia”. (El Mercurio,29.11.17)

Detlef Nolten y Leslie Wehner, ayudan a clarificar nuestra mirada: “In Latin America there is a lack of critical geopolitical analysis” p.41(“Geopolitics in Latin America Old and New 2016) Una explicación de esta ausencia puede ser su vinculación con los estudios militares. No obstante estas narrativas y discursos también existen en los círculos de izquierda.

Como se señaló al inicio, la geopolítica en América del Sur y Chile juega un rol significativo en la determinación de las políticas exteriores de los países, no obstante, se reconoce el vacío existente en esta área. En los debates de la  reciente campaña no se mencionaron estos desafíos.

Esta nueva lectura crítica supone liberar a la geopolítica del determinismo geográfico y nos obliga a ampliar la visión incorporando perspectivas socioculturales con las raíces intimas-históricas- de los relatos geopolíticos de los actores estratégicos del triángulo Washington, Beijing y Moscú. ¿Cuáles son sus  sistemas de alianzas? ¿Cómo adivinar en qué condiciones políticas domésticas los líderes recurren a las narrativas globales y de qué modo la geopolítica crítica ofrece una nueva agenda internacional en medio de escenarios internacionales cada vez más complejos e impredecibles?

El “qué y el cómo” de la diplomacia chilena

Para Chile es vital saber el “qué” y el “cómo” la diplomacia chilena debe salir de la zona de confort y enfrentar la nueva agenda internacional orientada al emergente epicentro geopolítico del mundo Pacífico Asiático, en particular a la R P China.

¿Hacia dónde apuntan los cambios globales y su impacto en la geopolítica del Sur Global con una mirada desde Chile y América del Sur?

El impacto del desembarco de China en la región recordó el de EE. UU desde los años de la doctrina Monroe (1823), con la inversión en infraestructura y minería de las multinacionales europeas y norteamericanas que cambiaron el rostro pobre de la región, pero acentuaron el intercambio desigual en las relaciones Centro-Periferia.

Hoy la amenaza persiste si se replica el modelo Centro Periferia en la relación con China y se construye una nueva dependencia, tendiente a re – primarizar las economías de la región y en consecuencia crear nuevos obstáculos para su desarrollo.

El Consenso de Washington en los 90´s y 2.000 sirvió de punto de referencia para las reformas económicas de la región y culminó con la firma de tratados de libre comercio como el Nafta y bilaterales con Chile, Perú, A. Central y otros países. Hoy no faltan románticos que  predican  un Consenso de Beijing como la fórmula de estados políticamente centralizados pero con economías abiertas.

Los sectores estratégicos para China siguen siendo los minerales, energía, tierras y alimentos y se agregan las cadenas de distribución, los servicios de Telecom, electricidad y ventas militares. Los gobiernos populistas de Chávez, Correa, Lula y Kirchner se alimentaron con el oro verde que venía desde China a cambio de las ventas de petróleo, soya y materias primas. La coalición perfecta entre gobiernos rentistas, corruptos y populismos. Esa es la coalición “progresista” que perdió fuerza en el mundo y en la región donde el péndulo ahora se inclina hacia el polo opuesto.

Debido a las amenazas de Corea del Norte ahora recrudecen las inquietudes del sector defensa en Washington y por la creciente influencia de Moscú  en la política interna de las últimas elecciones y el impacto de los hispanos y migrantes en el electorado de EE.UU. China y Moscú son  parte de la globalización y las afecta  el crimen organizado, las acciones de ataques cibernéticos, el reparto  de áreas de influencias en todo tipo de transportes, aire, tierra, mar y submarinas y en el campo  de las comunicaciones como Huawei junto a otras esferas de inversión  en energía e hidroeléctricas.

Frente a estas inquietudes John Kerry aseguró que EE. UU no estaba en condiciones de volver aplicar la Doctrina Monroe y, como observa el sinólogo, Gallagher, sería una locura reemplazar el consenso de Washington con el consenso de Beijing.

Las verdades inconvenientes son muchas, no sólo ambientales, donde China cambió para bien, sino otras de carácter ideológico ¿cómo se respetan las leyes laborales y ambientales en China y en sus empresas en el exterior? ¿Por qué aumentan los conflictos de las comunidades chinas y sus empresas con la sociedad local? ¿De qué modo los ciber ataques ruso y chinos pueden dañar la inteligencia y seguridad de Europa, EE. UU, A. Latina privilegiando los intereses de CMN extranjeras? ¿Hasta cuándo los países que se acercan a Washington o Taiwán podrán hacerlo cuando los aportes generosos de Beijing son para aislar a esos países?

Silbato de alarma y salir de la zona de confort

Desde una visión geopolítica, es importante dar un silbato de alarma temprana.  Chile debe salir de la zona de confort. Entender que el paso del tiempo es relativo para China. No tenemos una visión a largo plazo en nuestra agenda internacional. Para iniciar esta travesía deberíamos tocar las piedras con los pies cuando cruzamos el Pacífico, de esta manera podemos mantener una sola ruta de navegación para llegar a la meta.

Sin duda, China y Chile superarán la fase de desaceleración con un estilo de desarrollo diversificado, un mayor consumo doméstico y un fuerte liderazgo político y social en lo interno.

Para América Latina y Chile el desafío de una relación triangular es estratégica y no solamente una decisión táctica. Se trata de crear una carta de navegación en medio de Icebergs que no son fáciles de detectar en su real dimensión y dirección. Se trata de aprender a navegar en las arenas movedizas por los rebrotes de las fuerzas centrífugas en las regiones y los auges nacionalistas y proteccionistas que vienen desde el Atlántico (UE, post Brexit y la visión de America First, Cataluña)

Si el populismo de Trump y otros movimientos similares de Europa manipulan las ansiedades existenciales de los excluidos de la globalización, deshuesan el orden de la postguerra ONU, OMC, NAFTA, el TPP y se rompe la distensión, se puede crear de facto un arco ofensivo que amenaza la estabilidad de Washington. China y Rusia y esa opción les crean un adversario ideal y, por cierto, aleja y divide a sus socios y aliados en América Latina, abriendo más las puertas a la presencia de China, Rusia, Irán, India entre los países del Sur global y en América Latina.

Para Beijing la política exterior en esta nueva fase consiste en la diplomacia de restaurar el sueño imperial del “reino el centro”, de la armonía perfecta mediante la “convergencia en la diversidad”. No solo aumenta su influencia mediante el uso del poder inteligente con una Ruta y una Franja…. sino con miles de rutas y franjas. Este nuevo Caballo de Troya global es el aceite que lubrica los engranajes y las bisagras de una nueva doctrina del líder Xi Jinping con su presencia global e inteligente definida en el reciente Congreso del Partido.

Es un estilo de poder blando e inteligente para relacionarse con los distintos países con diversos “niveles de asociación” mediante una activa diplomacia pública. China  de esta manera  externaliza – offshore balancing – otra manera- de mantener el “equilibro de poder” para continuar aplicando su estratagema de ganar guerras sin desenvainar espadas. Pero al mismo tiempo preparándose y afilando las espadas con nuevo despliegue militar y más gastos en defensa.

Asia para los asiáticos… ( ¿los Chinos?)

Washington, con su nueva estrategia de seguridad no convence a sus ciudadanos y crea antagonismos entre sus aliados.  Trump en este contexto no dejará vacío el espacio Monroe y se encargará de mantenerlo como su aliado natural al menor costo posible. Es un espacio disputado por otras potencias extra regionales, en especial bajo una etiqueta de “Asia para los chinos” y América Latina también… ¿por qué no?

América Latina y Chile si aprovechan la oportunidad que le entrega el expediente del apolarismo global, el cross regionalismo- y un multilateralismo a la carta-  puede usar todas las plataformas, espacios, escenarios y niveles de acción a su favor, tratando de coordinar y revalorizar su presencia estratégica para aspirar a ser una prioridad en la relación triangular, transatlántica y transpacífica. Eso supone crear una  capacidad de liderazgo que Brasil no pudo o no quiso ejercer  pero que  ahora pueden retomar  los tres países del ABC.

¿Otra oportunidad para el ABC?

¿Están preparados América Latina y el ABC para iniciar un diálogo bi y trilateral con China y las potencias extra regionales?

Desde hace unos 40 años en el caso chileno se han sembrado semillas de diálogos bi y plurilaterales, Sur-Sur como es el caso de la Cepal, el Pacto Andino, y la Alianza del Pacífico. También ahora aparecen emprendimientos comunes con Argentina, Brasil, Perú y otros en la región como el nuevo canal de Panamá y los emergentes corredores bioceánicos.

En este nuevo escenario apolar, de multipolarismo descentralizado, se pueden reforzar los caminos hacia un tipo de integración e inserción internacional poligámica -a polygamous model of international insertion-.

Si bien la apuesta de la región ha sido pragmática y a veces oportunista, no se puede olvidar que “cambia todo cambia” y ante los cambios e incertidumbres el peor consejero es la improvisación y el juego en solitario.

En la definición de políticas a largo plazo, es fácil caer en la trampa del orientalismo romántico y así como la opción de un Sur Global, pero ambos idealizados.

Diseñar una nueva arquitectura de la diplomacia nacional y regional hacia China, U. Europea, Rusia es tarea del nuevo MINREL. El nuevo gobierno tiene la legitimidad de una tradición diplomática pragmática y llegó el momento de superar la etapa de los TLC´s. El escenario global tiene el desafío de avanzar a una era post TLC´s y ello supone apurar el tranco de la cancillería, de los empresarios y de la sociedad civil para colocar mayor velocidad y coordinación público –privada, en la proyección de la diplomacia del Sur Global.

El estado chileno debe salir de su zona de confort e innovar en todos los niveles de su re- despliegue internacional. Es necesario re-significar una política de estado con visión de futuro. La misión del nuevo gobierno es dar un contenido geopolítico y diseñar una arquitectura a la diplomacia chilena que sirva de faro orientador a los actores sub nacionales y los ilumine más allá de los logros de la así denominada “convergencia en la diversidad” o, más simple “convergencia por conveniencia”.

Walter Sánchez G.

(Ph.D) Profesor Titular
Instituto de Estudios Internacionales
Universidad de Chile