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Un análisis crítico del nuevo “Fallo” de La Haya

Nuevamente habrá que revisar la estrategia: ¿nos sirve pensar que se tiene la razón jurídica? La respuesta es no, principalmente, y entendámoslo de una buena vez, porque la disputa no es en el plano jurídico, la disputa es en el espacio emocional, de chico a grande, de Caín a Abel, la disputa es en el plano multilateral y multicausal.

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La globalización, lo primero que nos enseñó es que el mundo está transitando desde un escenario de conflicto a uno de cooperación, en que  las relaciones dejan de ser bilaterales para transformarse en multilaterales por una serie de circunstancias; entre ellas, la más notable es el comercio y la nueva  organización internacional del trabajo que abre las fronteras y que involucra a muchos en los problemas que antes eran de a dos. Pasamos de lo internacional a lo mundial.

El nuevo “fallo” de La Haya otra vez nos pone a la defensiva y cargando una sorpresa que deberíamos haber entendido cuándo perdimos 120 millas náuticas de ZEE con un fundamento nada de jurídico. Es en ese momento que deberíamos haber aprendido la lección respecto a que La Haya no es un tribunal de justicia, es un tribunal coyuntural que quiere asumir un protagonismo en un nuevo mundo intentando favorecer a quién pide. Este es la segunda y triste demostración en que la razón jurídica no es suficiente para ese tribunal de justicia.

¿Cómo  entonces  entendemos lo que sucede? En primer lugar, no es cierto lo que se señaló respecto a que Bolivia no ha ganado nada. Bolivia ganó todo lo que andaba buscando, el reconocimiento internacional de la validez de su causa y se lo entregó nada menos que la Corte Internacional de Justicia.

La pregunta siguiente  debería ser ¿qué hacemos?

La respuesta a esta pregunta tiene relación con la historia de nuestras relaciones internacionales, el idealismo con que Chile enfrenta a un mundo hostil ya no se sostiene en el siglo XXI. El insistir con una lógica del siglo XIX o primera mitad del siglo XX de argumentar al amparo de un derecho internacional que ha cambiado su mirada fundamentalmente porque el mundo ha mutado por la globalización, a la apertura de las fronteras y particularmente a la cooperación, ya no tiene mucho sentido si a esa actitud argumentativa no se le instala una actitud de poder.

En un mundo como el actual, el poder sigue siendo fundamental, sin duda su ecuación ha cambiado pero no su valor y Chile no hace uso del poder que ha logrado conformar; ni el poder blando y ni pensar en el poder real, duro.

Es probable que nuestra autocomplacencia nos lleve a insistir en que Bolivia no ha ganado y que la Corte limitó sus aspiraciones. Sólo un segundo de reflexión nos lleva a deducir que a Bolivia no le interesa lo que ha dicho la Corte. Lo que le interesa es el mensaje a su pueblo que la Corte le dio la razón a Bolivia 12 votos contra dos y el siguiente mensaje de Evo Morales es que tarde o temprano el mundo entero comprenderá la razón de su demanda. Por ello que utiliza todos los espacios para argumentar sobre sus derechos.

Nuevamente habrá que revisar la estrategia: ¿nos sirve pensar que se tiene la razón jurídica? La respuesta es no, principalmente, y entendámoslo de una buena vez, porque la disputa no es en el plano jurídico, la disputa es en el espacio emocional, de chico a grande, de Caín a Abel, la disputa es en el plano multilateral y multicausal. Bolivia se ha victimizado frente a un Chile que era exitoso, modelo frente al mundo pero sin respuestas decididas a los problemas.

El agente chileno señaló, una vez conocido el fallo, que “Chile se va a defender en el foro que sea” y la gran oportunidad que se tuvo inmediatamente de conocido el fallo se perdió, principalmente porque la intervención de la Presidenta en la Asamblea de la ONU no se refirió al principal problema internacional que tiene el Estado de Chile hoy, el “fallo” de la CIJ.

Una nueva pregunta en este rápido análisis crítico  lleva a plantearnos la posición de Chile frente a sus vecinos y la respuesta es única: No tiene reclamos reivindicatorios. Esa única respuesta nos sitúa frente a otra inentendible actitud: ¿para qué insistimos en el Pacto de Bogotá si nuestra actitud es el respeto a los tratados? Pareciera un sin sentido la pregunta pero lo que se deriva de ella es más curioso: si no pretendemos nada, lo único que puede pasar es que perdamos y ya tenemos dos demostraciones y lo sin sentido, entonces, es que sigamos atrapados en un espacio diplomático que  sólo nos hará perder.

En definitiva, el nuevo “fallo” de La Haya nos ha puesto de frente a la evidencia y de paso a lo que el sentido común señala y que está demostrado en las encuestas.

No estamos desarrollando la estrategia que el escenario al que fuimos convocados exige;

No nos hemos dado cuenta que el mundo internacional tiende a la mundialización por sobre las relaciones internaciones, lo que nos hace errar en la estrategia;

No estamos aprovechando los foros disponibles para señalar que el derecho internacional está siendo  “torcidamente” aplicado, lo que nos hace nuevamente  errar en la estrategia;

No utilizamos el poder; ni blando ni menos el poder duro, por lo que la estrategia que usemos no tiene respaldo;

Sólo reaccionamos con tibias declaraciones a la ofensiva comunicacional de Evo Morales, lo que sigue siendo  un error de la estrategia;

Insistimos en creer en la razón jurídica como una convención estática, en un mundo que se caracteriza por la velocidad del cambio, lo que puede ser  otro error en la estrategia;

Nos mantenemos, no se sabe por qué curiosa razón, al interior de una organización (Pacto de Bogotá) que sólo nos acarrea graves problemas y que el salirse puede ser un giro positivo en la actitud chilena frente a la injusticia de la CIJ;

No utilizamos los foros para hacer valer nuestra posición y sólo hablamos de generalidades de libro, habiéndose comprobado en dos fallos, que este juicio  no se trata de teorías de libro;

Hay muchas otras razones que sería largo enumerar para entender qué sucedió pero no permiten entender la autocomplacencia al señalar que no perdimos con un fallo evidente de 14 votos en contra y sólo dos a favor.

Un análisis crítico debe finalizar con una posición: Chile debe comunicar  a la CIJ que asume el fallo referido a la competencia; que concurrirá a discutir el fondo y que se retira del Pacto de Bogotá.

Junto con ello, emplazar a Bolivia en todos los foros a que defina cuál es el mínimo que está dispuesto a conversar y un diseño de ese mínimo.

Tercero: Descartar en todos los foros y mientras se desarrolla el juicio, la cesión de soberanía.

Cuarto: Emplear las capacidades y el Poder de Chile en pro de la defensa de los intereses del Estado en acciones y no sólo como recurso discursivo.

Salir de la trampa del idealismo político y situarse en el realismo. Más de lo mismo lleva  a los mismos resultados.

En definitiva, defender  a Chile con todas las herramientas disponibles, entendiendo que el actual escenario no es sólo el de la razón jurídica; no olvidemos que con ese planteamiento hemos perdido siempre.

Jorge Sanz

Docente Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo
Doctor en desarrollo Local y Territorio, Universidad Jaume I de Castellón de la Plana, España.
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