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Chile y el desafío de potenciar su relación con China

Chile ha sido exitoso en la atracción de inversión extranjera y en la apertura de mercados en el exterior, pero no así en atraer inversiones chinas. Si lo que se busca es lograr una relación más productiva con dicho país, es necesaria una articulación por parte del estado chileno que no se conforme con la apertura del mercado chino

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Chile se encuentra más cerca que nunca de China. Pero ¿está aprovechando esa relación?

La reciente visita a Chile de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, nos recuerda cómo los lazos entre Asia y nuestra región se encuentran en un periodo de bonanza. Su visita se suma a las recientes giras del primer ministro japonés Shinzo Abe, el Secretario del Partido Comunista de China y presidente de ese país, Xi Jinping, mientras que para finales de mayo se espera la llegada del premier chino Li Keqiang.

Estas visitas de Estado son una reafirmación de una relación que se basa en un asentado comercio bilateral, fuertes inversiones y un creciente volumen de préstamos bancarios (esto último enfocado en particular en Venezuela, Ecuador y Argentina). A pesar de este mayor acercamiento y de una constante retórica de los gobiernos latinoamericanos sobre Asia como actor clave en su futuro económico, el mensaje no se ha traducido en políticas estratégicas proactivas y constantes hacia China. La iniciativa la ha tomado Beijing, con el empuje de proyectos y marcos políticos que permitan una coordinación de la relación en temas de interés común. El Libro Blanco de su política exterior para América Latina (2008), los discursos de Wen Jiabao en CEPAL (2010), y la cumbre ministerial China-CELAC celebrada en enero de este año en Beijing, son algunos de los hitos más importantes de esos esfuerzos.

Los pasos de ALC han sido variados en organización y duración. La Región tienen un largo historial de organismos multilaterales, que desgastados por el paso del tiempo y vaivenes políticos, han terminado sin trascendencia. Este no ha sido el caso de CELAC, que hasta el momento, ha cumplido con unificar diferentes voces y perspectivas del continente (Alianza del Pacífico, Mercosur, ALBA) para entablar un dialogo con China. No obstante, es necesario evitar que el interés baje en la lista de prioridades de nuevos gobiernos en América latina ante el gran número de iniciativas y mecanismos propuestos en el Plan de Cooperación (2015-2019), plan acordado en la cumbre de enero en Beijing (seguridad, instituciones judiciales, industria, ciencia y tecnología, aviación, industria aeroespacial, cambio climático, entre otros)

¿Cuáles son los pasos que el gobierno chileno podría dar en busca de beneficios a largo plazo?

En primer lugar, aunque ha sido mencionada una y otra vez por diferentes actores del espectro político, la coordinación entre el gobierno y el sector privado es vital. Chile ha sido exitoso en la atracción de inversión extranjera y en la apertura de mercados en el exterior, pero no así en atraer inversiones chinas. Si lo que se busca es lograr una relación más productiva con dicho país, es necesaria una articulación por parte del estado chileno que no se conforme con la apertura del mercado chino para más productos chilenos, sino que establezca un organismo con recursos humanos y financieros apropiados para apoyar a pymes a llegar a dichos consumidores, considerando las numerosas barreras culturales y económicas que requiere un emprendimiento a largo plazo. Un paso en este sentido es la apertura del pabellón chileno en la Zona de Libre Comercio de Shanghái, y las opciones que abren el fuerte desarrollo de servicios de comercio electrónico para llegar a consumidores chinos. Firmas como JD.com, que junto a Taobao de Alibaba es uno de las empresas de e-commerce más grandes de China, ofrecen una puerta de entrada a China continental evitando los problemas de distribución que empresas extranjeras usualmente encuentran al llegar por su cuenta. JD incluso ofrecerá oportunidades para apoyar a empresas extranjeras a vender en China, pero con la ventaja de establecer contratos en Hong Kong.

En segundo lugar, la utilización de los Recursos Humanos con experiencia y educación en China que abarque lengua mandarín, cultura, política o negocios. El número de individuos en este ámbito y con este capital cultural es reducido, pero de manera coordinada pueden tener un impacto importante en el fortalecimiento y desarrollo de las relaciones económicas con ese país. Asimismo, el establecimiento de plataformas de conexión entre empresas u otras organizaciones y profesionales con estudios y trayectoria en China es clave.

Tercero, establecer un ministerio de comercio exterior. Más allá de las relaciones netamente comerciales con China, es necesaria una institucionalidad que ayude a afrontar la complejidad cultural y la distancia geográfica que complica la entrada a dicho mercado. Aunque la administración Bachelet ha realizado anuncios en el ámbito de crear una agencia de promoción de inversión que a su vez se encargue de temas como imagen país y la promoción de las exportaciones, falta conocer detalles de su concreción.

En recientes intervenciones, Andrés Rebolledo, Director General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon), ha planteado que Chile fue pionero en la relación con Asia entre los países de América Latina. Por una parte, con los “Cuatro Primeros” de la relación de Chile con China (el establecimiento de relaciones diplomáticas con ese país en 1971; el reconocimiento a China como economía de mercado; el apoyo que le brindó nuestro país en su entrada a la OMC; y la firma del Tratado de Libre Comercio en 2005), y por otra, con la apertura de mercados con otros países de esa región, usando el TLC como herramienta de entrada.

Sin embargo, otros países de la región han avanzado en la última década y se requiere de un nuevo impulso para retomar el liderazgo en las relaciones con Asia, y en particular, con China. El reciente acuerdo de doble tributación con Beijing es un avance que podría repercutir en aumentar inversiones desde ese país. Pero nuevos mecanismos (como lo fueron antes los TLC) no generan por si solos un cambio en las estructuras de las relaciones comerciales. Se necesita un liderazgo o campaña constante que apoye a grandes y pequeñas empresas para dar el salto hacia China.

Hay muchos cabos sueltos que atar si se quiere profundizar la relación con el país asiático y direccionarla para salir del círculo de venta de recursos naturales y compra de bienes de consumo. De no buscar algo más que seguir encuestas y el crecimiento del PIB a corto plazo, será difícil alcanzar mayores beneficios en la relación Chile – China y potenciar una nueva etapa de desarrollo para nuestro país.

 

 Álvaro Etchegaray

Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China (CELC), Universidad Andrés Bello.

Master of Law in Political Science, Universidad Tsinghua, Beijing, China.

alvaro.etchegaray@gmail.com