Son muchas las aristas que explican este proceso en el cual América Latina amplia su relaciones exteriores, pero existe más o menos un consenso que, desde los primeros años del s.XXI, este fenómeno comienza a expresarse con mayor claridad por la coincidencia de tres procesos paralelos.
Mucho se ha escrito sobre cómo América Latina en su conjunto ha logrado instalarse en el sistema internacional bajo una posición de mayor autonomía, mayor independencia de pensamiento y acción, así como una mayor conciencia de sí misma y sus potencialidades. No en vano el importante semanario norteamericano, The Economist, le dedicó un reportaje especial a esta temática en el año 2010: “Latin America: So near and yet so far”. Para la creación de este escenario, ha sido de mayor trascendencia la modificación de sus tradicionales relaciones internacionales desde las década de 1990 en adelante, que ha implicado una creciente, pero no menos novedosa relación con países que anteriormente no estaban en su radar de manera regional, sobre todo con China. El Primer Foro Ministerial China-CELAC, realizado en enero de 2015, es un paso más, uno importante, en este proceso de profundización de las relaciones sino-latinoamericanas, que no sólo aumentará la cooperación de una manera integral, sino que también podrá tener, en el mediano y largo plazo, importantes efectos geopolíticos.
Son muchas las aristas que explican este proceso en el cual América Latina amplia su relaciones exteriores, pero existe más o menos un consenso que, desde los primeros años del s.XXI, este fenómeno comienza a expresarse con mayor claridad por la coincidencia de tres procesos paralelos.
El primero, es lo que ocurrió en EE.UU. tras el ataque que sufrió a las torres gemelas, decidiendo que su histórica esfera de influencia al sur del Río Grande irá teniendo una menor importancia en sus relaciones externas ante los nuevos “enemigos” instalados en Medio Oriente. Lo que se observará, es que ésta última región del mundo junto a la región del Asia-pacífico, serán centrales como parte de su seguridad externa, intereses militares y su desarrollo económico. Mientras que América Latina no sólo fue perdiendo relevancia en los intereses exteriores norteamericanos sino que tampoco se comenzó a entender los cambios sociales y políticos que ya habían comenzado a manifestarse.
Esto último es el segundo fenómeno que debe mencionarse, donde desde los últimos años de la década de 1990, sobre todo en Sudamérica, comienza a expresarse de manera incremental un cuestionamiento político, social y económico al modelo neoliberal imperante. La sensación de fracaso de esas medidas llevarán a que nuevos proyectos políticos y liderazgos de izquierda y centro izquierda, críticos de esa situación, irrumpieran en la escena política Latinoamericana. Lo que interesa destacar aquí, es que estos nuevos proyectos, que aún están presentes, eran conscientes que estaban liderando un giro en la región en la forma de concebir la economía y al Estado en la sociedad, así como una mayor independencia respecto a sus relaciones externas tradicionales.
Por último, para terminar el puzle, el mayor espacio dejado por EE.UU. en la región, fue siendo aprovechado por potencias emergentes, entre ellas principalmente China. El mismo año en que EE.UU. concentró su mirada en el Medio Oriente, el ex presidente chino, Jian Zemin, buscó profundizar las relaciones con América Latina por medio de un viaje que lo llevó por siete países. Esa gira inició una gran cantidad de visitas de las máximas autoridades políticas del gigante asiático hacia América Latina, fortaleciéndose con el actual mandatario, Xi Jinping.
Esta creciente relación diplomática sino-latinoamericana ha tenido como base el fortalecimiento de las relaciones económicas, sobre todo comerciales. Para China, América Latina es percibida como un socio complementario y clave en su estrategia de seguridad alimentaria, energética y mercado para sus exportaciones. A lo que debemos agregar las crecientes inversiones, préstamos de créditos y, un discurso no intervencionista y de mutuo beneficio por parte de China que ha permitido que la presencia de este país en la región sea hasta ahora muy positiva. Según datos de la CEPAL, el comercio entre Latinoamérica y China hacia el año 2000, era $12 millones de dólares, mientras que para el año 2013, llegó a ser $275 millones, multiplicándose casi 22 veces. Asimismo, China es desde hace algunos años el principal mercado de las exportaciones de países como Brasil, Perú y Chile, y el segundo de Argentina, Venezuela, Cuba, Uruguay y México, así como el principal inversionista y acreedor de Venezuela.
China es consciente de su papel a nivel internacional y de su capacidad de ejercer influencia por métodos tradicionales –poder duro- o inmateriales –poder blando-. Esta última China lo ha venido desarrollando cada vez más y una de las formas en que se ha expresado, es por medio de la construcción de nuevas o renovadas instituciones internacionales. Con ellas, China no sólo busca promover su visión de los asuntos internacionales sino que también promover un nuevo orden, uno en el cual su papel sea protagonista. Ejemplos de lo anterior y que China ha venido desarrollando desde hace años, son el Foro de Cooperación entre China y África y las Cumbres anuales entre China y la Unión Europea.
El año 2014 vio un aumento en la creación y promoción de estas instituciones: China acogió una serie de encuentros, foros para la paz y cooperación regional y mundial; relanzó, con importantes recursos económicos, la ruta de la seda a nivel terrestre y marítimo para fomentar el comercio con Asia, el Sudeste asiático y Europa; Llevó a cabo también la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura firmado por 20 países de Asia, firmó un TLC con ASEAN, ha venido liderando la creación del Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) -que incluye a todos los países de Asia-; y en APEC 2014, Xi resucitó una idea casi enterrada de construcción de una gran Área de Libre Comercio de Asía Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés), proponiendo un Sueño para el Asia-Pacífico.
En esta lógica, China no había establecido aún un tipo de relacionamiento a nivel regional con América Latina. En cambio estas se habían venido realizando de manera bilateral o subregional, esto es, a través de encuentros con el MERCOSUR, la Alianza del Pacífico o el ALBA, pero nunca con todos los países juntos sentados en una misma mesa. Esto cambió cuando en la II Cumbre de la CELAC, en enero de 2014, en Cuba, se logró establecer una Declaración oficial para establecer un Foro de colaboración China-CELAC, el que comenzó a tomar forma en la gira Latinoamericana que realizó el presidente chino en julio de 2014. En esta visita, además de visitar 4 países y reunirse con los países de UNASUR, Xi sostuvo un encuentro con los líderes de la CELAC, la que permitió lanzar, oficialmente, el Foro China-CELAC. En el lanzamiento del Foro, Xi remarcó la importancia de que ambas partes construyeran “una comunidad de destino compartido”, y señaló que se estaba mandando al mundo una fuerte señal del compromiso de coordinación y cooperación sur-sur, junto a la apertura de una línea de crédito de 10 mil millones de dólares.
Por lo tanto, el Primer Foro Ministerial China-CELAC, que se llevó a cabo en Beijing entre los días 8 y 9 de enero de 2015, fue la primera gran concreción de la institucionalización en las relaciones sino-latinoamericanas, el cual contó con las más altas autoridades políticas de China, los presidentes de Ecuador, Venezuela, Costa Rica y las Bahamas –quien aprovecharon a tener reuniones oficiales bilaterales con Xi Jinping-, más de 40 Ministros de Estados Latinoamericanos -entre ellos 20 cancilleres-, y organismo multilaterales como la CEPAL. El lema del Foro, “Nueva plataforma, nuevo punto de partida y nuevas oportunidades”, y las palabras inaugurales de Xi, de que ambas partes estaban creando un nuevo modelo de cooperación sur-sur, “abierto, inclusivo y equilibrado”, nos habla de la intención sobre cómo quiere posicionarse China en el mundo y cómo busca “relanzar” sus relaciones con la región Latinoamérica.
Es importante señalar, que Xi expresó la necesidad de alcanzar una relación donde se garantizaran bases políticas firmes para una cooperación integral. Por lo que afirmó que no importaría el tamaño o riqueza del país latinoamericano, ni tampoco su relación diplomática con China, para establecer una relación pragmática donde ambas partes salieran ganando.
Los dos días de trabajo y los resultados del Foro quedaron expresados en tres documentos. El primero, llamado las “Regulaciones del Foro”, estableció las reglas, determinó los próximos encuentros y las bases sobre cómo se implementarían a futuro los acuerdos alcanzados. El segundo, la “Declaración de Beijing”, expresó el consenso político entre las partes, el espíritu con el que buscarían profundizar la cooperación y las directrices que seguiría las relaciones. Por último, y tal vez el más importante por sus propuestas, es “El Plan”. Este último documento es el que planifica la cooperación estableciendo un plan de trabajo integral hasta el año 2019 en el plano comercial, inversión, finanzas, infraestructura, energía, industria, ciencia y tecnología, intercambio entre pueblos, educación y consensos políticos. Por último, también como parte de un plan para profundizar las relaciones económicas, el Presidente chino se comprometió a que se va a trabajar para incrementar las inversiones en la región en $250 millones de dólares en los próximos 10, así como doblar el comercio a $500 millones de dólares en el mismo período de tiempo.
Parece claro que el Foro Ministerial China-CELAC y sus concretos resultados -que sin lugar a duda se volverán a conversar en la III Cumbre de la CELAC hacia fines de enero de 2015, en Ecuador-, refleja esta tendencia creciente que ha existido en los países latinoamericanos por tener una política internacional más independiente respecto a EE.UU., o simplemente donde el país del norte ya no entra en la ecuación como factor condicionante de ellas. Asimismo, es un reflejo de una estrategia de China de profundizar sus relaciones con la región latinoamericana en su conjunto desde un estilo que a China le “agrada” relacionarse, es decir, desde una plataforma regional, sentándose en una misma mesa con los 33 líderes de Latinoamérica, y desde allí establecer espacios de coordinación bilaterales y regionales. Le permite a América latina también, ampliar la cooperación con el gigante asiático más allá del plano comercial, construyendo un puente de comunicación para el desarrollo de nuevas iniciativas de relacionamiento integral.
Por último, no podemos dejar de mencionar los efectos geopolíticos que esta nueva iniciativa puede tener en el mediano y largo plazo: lograr una relación más cercana con los 12 países que no mantienen relaciones diplomáticas con China y sí con Taiwán. Si todos los medios de cooperación y beneficios que hemos mencionado estarán también disponibles para estos 12 países, aparece la pregunta si, tal como Xi Jinping le ofreció un camino a su pueblo llamado el “Sueño Chino” manifestándose en su lucha contra la corrupción o un “Sueño para el Asia-Pacífico” por medio de un gran acuerdo de libre comercio, el Foro con la CELAC no será también parte de una estrategia de ofrécele a la región “Un Sueño Chino para América Latina” que conlleve establecer relaciones diplomáticas con todos los países latinoamericanos.
Investigador Asociado del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales (CERI)
Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo
Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos, Universidad Alberto Hurtado, Chile
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