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Entre dos islas: el premio Confucio de la Paz

Desde una perspectiva analítica es interesante observar la manera en que surge el premio, como una acción un tanto desesperada frente al reconocimiento que se otorgó a Liu Xiaobo. A su vez, el premio no cumplió el papel esperado, pues el ex presidente de Taiwan no acude a recibirlo ni tampoco envió a un representante.

Premio Confucio de la Paz

El pasado 9 de diciembre de 2014 se entregó el premio Confucio de la Paz al ex presidente de Cuba, Fidel Castro. Esta vez, el controvertido premio que se creó en 2010, lo recibió Castro debido a su actitud pasiva frente a los conflictos y problemas en las relaciones internacionales de Cuba con Estados Unidos. Un grupo de jóvenes estudiantes cubanos en China fueron a retirar el premio. Esta noticia no repercute de manera significativa hasta que, ocho días después del anuncio, el presidente Obama y el presidente Raúl Castro anuncian el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países que, desde 1961 se encontraban congeladas.

Y es que, de una u otro manera, el premio Kongzi Heping Jiang 孔子和平奖, Confucio de la Paz, refleja su “tinte” político y recuerda sus orígenes. En septiembre de 2010, un día antes de la entrega del Premio Nobel de la Paz al disidente chino Liu Xiaobo, el gobierno chino entregó el premio al ex presidente de Taiwán, Lian Zhan. Liu Xiaobo es un prisionero chino que habría participado en Tiananmen en 1989 y había sido encarcelado en cuatro ocasiones por sus acciones a favor de los derechos humanos. También se le involucra en la escritura del documento “Carta 08”, en el que se solicita la libertad de expresión, los derechos humanos y las elecciones democráticas, así como la privatización de las tierras pertenecientes al Estado. El gobierno chino se quejó ante el gobierno noruego y posteriormente, surgió un comité de académicos, dirigidos por el doctor Tan Changliu de la Universidad Normal de Beijing, que creó el Premio Confucio de la Paz y se lo otorgan a Lian Zhan. Tan Changliu señala que ellos no pertenecen a un organismo gubernamental, pero sí habrían recibido el apoyo del Ministerio de Cultura.

Lian Zhan era el ex líder del partido Kuomintang. En 2005 había visitado China como jefe del partido para reunirse con el presidente chino Hu Jintao. De ese encuentro se concluye una estabilización pacífica entre Taiwan y China con mejoras en las relaciones diplomáticas. Pero los demócratas taiwaneses interpretan este encuentro como un apoyo de parte de Lian a la unificación, quitando importancia al asunto sobre los derechos humanos. Se cree que la molestia de los demócratas habría sido la causa de la no asistencia de Lian Zhan a la ceremonia de entrega del premio en Beijing.

Desde una perspectiva analítica es interesante observar la manera en que surge el premio, como una acción un tanto desesperada frente al reconocimiento que se otorgó a Liu Xiaobo. A su vez, el premio no cumplió el papel esperado, pues el ex presidente de Taiwan no acude a recibirlo ni tampoco envió a un representante. El gobierno chino no se involucra con el premio y en 2011 el Ministerio de Cultura lo suspende, principalmente porque violaba algunas regulaciones y, seguramente, porque fue contraproducente. Finalmente se crea el Centro de investigación de la paz, legalmente conformado en Hong Kong, pero que funciona con miembros de las universidades de Beijing, ciudad donde se realiza la ceremonia de entrega. El comité a cargo de la selección del ganador del premio Confucio de la Paz se conforma de cinco académicos de universidades como la Universidad de Qinghua, Universidad de Beijing y la Universidad Normal de Beijing.

Qiao Damo, poeta y vicepresidente del comité, anunció que el premio Confucio de la Paz tiene dos propósitos; reflejar la opinión o el punto de vista de los orientales sobre la paz y lograr, de la mejor manera posible, que el premio represente lo que hoy en día se entiende o se identifica como paz. En noviembre de 2011 se otorga el premio al presidente Vladímir Putin; en 2012 al ex secretario de Naciones Unidas, Kofi Anan y al agricultor y científico chino Yuan Longping; en 2013 al monje budista y presidente de la Asociación budista china, She Yicheng, y en 2014 al ex presidente cubano, Fidel Castro.

Es muy evidente la reacción política china que origina la creación de este premio, como también el poder que China ha obtenido en el panorama mundial. Si China hubiera creado el premio en 1989, cuando se entrega el Premio Nobel de la Paz al Dalai Lama, seguramente no hubiera tenido la repercusión que tuvo en 2010, pues en esa época el país asiático no contaba con el poder económico actual. Sin embargo su origen y desarrollo también abre una interrogante sobre la manera en que se ha desarrollado el histórico Premio Nobel de la Paz; ¿qué tan controvertido es el premio Confucio de la Paz con respecto al premio noruego?, ¿Qué tan de acuerdo estarían Confucio y Alfred Nobel con los ganadores de sus premios?

No se pretende comparar ni igualar ambos premios, pues la historia del premio Nobel se remonta desde 1901 y el Premio Confucio sólo tiene cinco años de existencia. Además, el premio Nobel fue creado por el mismo sueco, mientras que el premio chino lleva el nombre de Confucio que, hoy por hoy, se utiliza en prácticamente todo lo que tenga que ver con la cultura china o el discurso político de armonía y paz social. Lo interesante es la manifestación del soft power de las potencias occidentales, en el caso del Premio Nobel, y del chino, en el caso del Premio de Confucio. No deja de ser interesante que en 2009 se haya otorgado el premio Nobel al presidente Obama por su apoyo al desarme nuclear y proceso de paz en Medio Oriente, y en 2011 se otorgara el premio Confucio a Putín por no bombardear Libia. Ambos presidentes fueron galardonados por no actuar de manera violenta, es decir, por no actuar como se creía que actuaría Estados Unidos y Rusia.

En diciembre de 2014 se otorga el premio a Fidel Castro y luego el presidente Obama y el presidente Raúl Castro anuncian el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Coincidencia o no, nuevamente los chinos destacan a un político, recalcando el papel de Fidel Castro e intentando elevar su cuestionado gobierno.

Con la entrega del premio al ex presidente cubano, al igual que con el otorgamiento del premio a Putín, pareciera que el Premio Confucio de la Paz sugiere “equilibrar” la historia política, como un intento de no olvido a los líderes o potencias socialistas. Habrá que esperar si el premio continúa esta línea o si realmente cumplirá el primer objetivo del premio que señaló Qiao Damo; lograr manifestar el punto de vista de los orientales (no sólo chinos) sobre lo que identifican por paz.

María Elvira Ríos

Investigadora Asociada del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales (CERI)
Candidata a doctor en Estudios de Asia y África, especialización China. Centro de estudios de Asia y África de El Colegio de México, México
mempi@yahoo.com