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Rusia en la APEC: Una oportunidad para reafirmar su participación en Occidente

Desde los comienzos de APEC en 1989, se cuestionó la no invitación a participar a la Federación Rusa un país que dada su posición geográfica, sus recursos humanos y naturales, como también su capacidad militar, tenía las características propicias para ser invitada desde los inicios de esta organización. Sin embargo, no fue hasta 1998 cuando se le extendió la invitación formal. Esto producto principalmente de la opinión y prejuicios que traía consigo este país, y por otro lado, por la falta de consolidación de su economía de mercado.

 No nos podemos olvidar que la consolidación de APEC coincidió con la reestructuración de un país que se veía envuelto en una ola de nacionalismos y donde las que se creían sólidas instituciones socialistas comenzaron a caer. Mucho se cuestionó sobre el futuro de la Federación Rusa, el cual era completamente incierto. El proceso de construir un nuevo sistema político, con nuevas instituciones y basados en una nueva estrategia económica llevó a que en Rusia la primera mitad de los años noventa fuese una época agitada, con fuerte incertidumbre política y con resultados fuertemente criticados en lo económico.

 La percepción que se tenía desde occidente se resumen en la opinión dada por Jack F. Matlock Jr. (Embajador de Estados Unidos en Moscú): “Ante la errática política exterior de Rusia, la violación de los derechos humanos, lo inconcluso de las reformas económicas y democráticas, la corrupción, algunos en occidente ridiculizan la idea de cooperación e inclusive recomiendan regresar a políticas de guerra fría, de la confrontación”.

 Frente a este panorama incierto, en occidente se comenzó a ver la necesidad de comenzar a dialogar y cooperar con Rusia, siendo primordial dejar de lado la incertidumbre que generaba este país, siendo importante que la Federación Rusa se encaminase hacia la transformación de un nuevo actor mundial. Esta intención también lo manifestó Putín quien señaló que a Rusia no le faltaba nada, sólo que su voz sea escuchada y que se tomasen en consideración sus intereses nacionales.

 A partir de ahí se comienza a ver un claro cambio de rumbo en lo que se venía observando de Rusia, un país que comenzó a crecer económicamente y que comenzó a forjar el camino hacia la consolidación de una política económica de mercado. Sin embargo, aún se mantenían dudas sobre la calidad del Estado de Derecho y sobre sus instituciones. Estos avances en lo económico, más la idea de que una Rusia aislada y marginada es más peligrosa que una Rusia integrada en la economía mundial, terminaron por consolidar la invitación realizada a ser miembro de la APEC.

 Se comienza a observar cómo Rusia concibe a la APEC como un mecanismo que le permite acordar posiciones sobre asuntos económicos, de comercio e inversión y que facilita la cooperación con la región de Asia Pacífico. Es en asuntos energéticos donde Rusia logra consolidar un liderazgo dentro del organismo, se auto define además como el puente entre los países europeos y asiáticos. Esto le ha permitido a Rusia contribuir en el intercambio de conocimiento y elaborar políticas que garanticen la confianza y la seguridad en la región. Para un país como Rusia que busca consolidarse nuevamente como potencia mundial, pertenecer a organismos como la APEC le otorga innumerables beneficios, siendo capaz de negociar con las principales economías occidentales, abriéndole a la vez caminos en el proceso de integración regional.

 En este contexto, en la última cumbre de APEC en Beijing, el presidente ruso se mostró receloso del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP). Aprovechando el interés mediático, ha manifestado la desconfianza hacia este nuevo organismo, a su paso aprovechó de reafirmar los beneficios positivos y los avances que ha tenido la APEC a lo largo de su trayectoria, justificando de esta manera la falta de elementos que lleven a la necesidad de crear un organismo multilateral paralelo a APEC. Consecuencia de esto, uno de los acuerdos que más llamó la atención durante esta cumbre y que tiene también relación con lo mencionado anteriormente (con el objetivo de fortalecer la APEC y la zona del Asia Pacífico en pos de una eventual consolidación del TPP) China propuso la iniciativa de crear una zona de libre Comercio en el Asia Pacífico.

 La participación de Rusia en la APEC de este año contó con dos elementos particulares. En un primer lugar, luego de los sucesos ocurridos en Crimea, donde la imagen de Rusia volvió a encontrarse fuertemente vinculada con un modo de operar asociado a la Guerra Fría, participar en organismos internacionales como APEC reflejan el lado occidental de la Federación Rusa del cual debe sacar provecho y de esta manera salir fortalecida del aislamiento que ha vivido por parte de Occidente durante este año. Y en un segundo lugar,  el hecho de que se celebrase en China, le permitió al país ahondar más en las fuertes relaciones que ha venido estableciendo con la potencia asiática, donde a juicio del propio  Putin las relaciones entre ambos países se encuentran mejor que nunca.

Rusia a lo largo de toda su historia ha tenido que hacerse cargo a su propia historia y tradiciones, lo cual le ha generado en innumerables ocasiones conflictos con occidente. A partir de ahí es posible ver cómo mecanismos de integración regional como lo es la APEC le permiten a Rusia desarrollar su lado Occidental. Siendo precisamente la falta de coherencia entre sus políticas nacionales, con sus acciones en el exterior, además del mensaje que envía, los elementos que frustran las posibilidades de la Federación Rusa de convertirse en una potencia mundial. Rusia sigue viendo opacada su accionar producto de que se encuentra ligada aún con una mentalidad propia de la Guerra Fría. Pese a ello, es fundamental la participación de Rusia en mecanismos como estos, donde se sigue la línea de que una Rusia integrada en la economía mundial, es mucho más segura que una Rusia aislada y marginada del acontecer internacional.