“Una nueva Guerra Fría ha comenzado” es el título del artículo publicado por Robert D. Kaplan en la influyente Revista Foreign Policy (Enero, 2019)
La prensa europea señala que la guerra comercial es solo el comienzo de un conflicto más amplio entre EE. UU y China. El actual enfrentamiento es parte de una lucha por la supremacía mundial. Al respecto, no deja de impresionar a cualquier observador la ostentosa celebración de los 70 años de la revolución.
Los sinólogos y “thinks tanks” están divididos entre aquellos que suscriben en teoría o de facto, esta visión de una rivalidad geopolítica inevitable. Y, lo único que se recomienda para América Latina es prepararse para adivinar cuando esta guerra fría puede calentarse.
Otros analistas ponen en duda o, niegan la inevitabilidad del conflicto y tienen buenas razones. En general en su visión, el conflicto permanente y la guerra no tendría ganadores y por eso son más optimistas. Este grupo en el fondo muestra sintonía con el nuevo discurso – multilateralista- pacifista- no hegemónico de Beijing.
Una muestra de ese optimismo es el discurso del presidente chino, Xi Jinping, al inaugurar las celebraciones del 70 aniversario de la fundación de la República Popular: «ninguna fuerza podrá detener al pueblo y a la nación china en su camino hacia adelante».
En Chile el poderoso Sr. Xu Bu, locuaz embajador de China en nuestro país sentenció: “La emergencia de China es imparable…China seguirá invariablemente el camino del desarrollo pacífico y nunca buscará la hegemonía.” (El Mercurio, Ed. Especial China, 27.09.19) El diplomático continúa explicando su tesis:” Mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Presidente Xi Jinping plantea conectar el desarrollo de China con todos los países del mundo”.
Esta plataforma se asemeja a un cordón umbilical por donde transita el poder desde China con Occidente. Sin embargo, en nuestra opinión, este es el eslabón más débil de la cadena de los argumentos de los más optimistas, por cuanto a nivel mundial y en la política doméstica de China han aumentado los peligros e incertidumbres. Es irónico como en algunos medios se menciona a Inglaterra como un nuevo estado fallido. Otro caso tan grave como Tiananmen es el mal manejo de la rebelión de Hong Kong que a la larga debilita la buena imagen de China en el planeta.
Existen evidencias y argumentos que dan sustento empírico al surgimiento de una nueva competencia 2.0, una versión actualizada de la antigua guerra fría. Pero ahora el contexto global y regional es otro. Ya no es posible aplicar una nueva versión de la Doctrina Monroe como en el pasado. Esa guerra fría se agotó, no resiste otra replica. Pero la competencia, contención y distensión continúan con otros medios.
Para Washington y Occidente, la R.P. China es una amenaza latente y más compleja que Moscú en el pasado.
Para Beijing negociar con una Europa unida es un desafío más difícil que competir con cada país o con EE. UU en forma aislada.
Otros analistas dudan y desconfían de la tesis – propaganda- de la “armonía celestial”, el Sueño que Xi que predica –urbi et orbi-.
No hay duda de que la diplomacia China ha tenido un impacto muy positivo en mejorar la imagen de la marca China. El poder suave –soft power- de China ha crecido en la misma medida que la propuesta multilateralista y no hegemónica se valora mejor que el intervencionismo y proteccionismo del Presidente Trump.
Para evitar caer en estas visiones predominantes, que nublan una visión realista de China, un grupo de investigadores decidimos publicar un libro para explorar otras miradas multi y transdisciplinarias.
El libro del cual soy co-editor con la profesora Pamela Aróstica se titula “China y America Latina: desafíos para el siglo XXI” recientemente publicado por la Editorial Universitaria.
Nuestra pregunta es ¿qué hacer como región si en el horizonte pueden aparecer escenarios como el del conflicto inevitable o, se puede gestar una salida más pragmática en la que todos los actores puedan beneficiarse?
El libro investiga la relación de nuestra región en esta nueva etapa de la normalidad de China, tratando de escapar varias trampas intelectuales que distorsionan la lectura de la realidad. Nuestro equipo forma un panel interdisciplinario, con visiones y orígenes diferentes, con análisis empíricos y con las miradas de varios continentes.
“La Nueva Fase” se refiere a que China entró en un estadio superior de desarrollo tratando de cuadrar el círculo virtuoso con la siguiente ecuación: más bienestar para el pueblo chino y más armonía con el mundo a través del comercio exterior. Y si es posible, una alianza no escrita con el emergente Sur Global.
La “nueva fase” significa el fin de un esquema de desarrollo más conocido como el Consenso de Beijing, en oposición al denominado Consenso de Washington. Ahora las fronteras carecen de muros visibles, en la era digital y la guerra ciberespacial se traspasó la territorialidad y la distancias físicas.
En la era global, América Latina es parte del juego de poder mundial y necesita de una agenda para concertar intereses con China y el resto del mundo.
China ya tiene una mirada global, con la “ruta de la seda“ que se extiende como un abrazo ecuménico al resto del mundo, como el lugar natural para lograr su desarrollo autónomo, y así satisfacer las nuevas demandas aspiraciones de su pueblo. Simultáneamente, China ofrece bienes tangibles e intangibles, como son los servicios Tics , la banda 5.0 y todo lo que otros países necesiten en cualquier lugar del planeta.
Así China en esta “nueva fase” no solo reordena su maquinaria política y económica interna. Algunos analistas definen el paso de un autoritarismo suave a otro duro con el Presidente Xi. Así se preparan para enfrentar este nuevo siglo, propone una nueva agenda internacional, que refleja de su nuevo status y un estilo de desarrollo económico distinto al del pasado, en lo posible inclusivo y sustentable.
Esta “Nueva Fase” en la actualidad ocurre en un contexto distinto intra e inter- nacional y en consecuencia las relaciones entre China y América Latina se han transformado en forma cuantitativa y cualitativa. En lo concreto, la idea fuerza ya no es el aumentar más comercio sino además buscar caminos para concertar una estrategia geopolítica integral de cooperación bi-regional.
Chile y América Latina para poder responder como continente a estas nuevas realidades geopolíticas necesitan de una renovada carta de navegación, en lo posible consensuada. Por ahora esa es tarea pendiente.
El libro “China América Latina” pretende ayudar al debate nacional entre thinks tanks y analistas, para entender la formidable transformación del status de China en el sistema internacional y cuáles son sus consecuencias para nuestros países. ¿Será inevitable otra nueva guerra fría como sostiene el profesor Kaplan?, o ¿es posible imaginar que detrás de la diplomacia de China está la búsqueda del bien común global y regional como la idea fuerza que mueve la diplomacia pacifica de China?
Después de su lectura, el lector replica la experiencia de quién mira un vitral a la distancia, proporciona la placidez de una imagen policromática de cada una de figuras y una visión global. Es el producto de una mirada inter y transdisciplinaria.
En este sentido, el conjunto de los aportes de los especialistas en este volumen es superior a cada una de sus partes. En breve, su lectura es indispensable para el público interesado en comprender el futuro de relaciones de nuestra región con la R.P. China en condiciones de una abismal a-simetría.
Iluminar y construir una mirada común del principal desafío geopolítico que enfrenta el sistema internacional y en particular, nuestros países Latinoamericanos y que pertenecemos a un emergente Sur Global.