Atrás dejamos las elecciones chilenas de 2017, pero nos preparamos para un importante año 2018 en términos electorales. Comicios en Brasil, Colombia, Estados Unidos, México, Paraguay y Venezuela, marcaran una importante parte de la agenda democrática en América, mientras la contienda en Rusia y Egipto dará luces del paso de los autoritarismos competitivos más simbólicos en la actualidad; finalmente, las elecciones de primer ministro en Italia y Suecia podría nuevamente marcar un hito en la actual situación de la Unión Europea. En el presente documento se centrará la atención sobre los casos más emblemáticos en el continente americano. De alguna forma, quienes resulten vencedores (y derrotados) tras las votaciones populares marcaran un hito importante en torno a cómo se vislumbrará la región y el mundo en los próximos años, y que dará una aproximación a importantes preguntas cuya repercusión afectará más allá de los límites territoriales de cada Estado.
Los casos de las elecciones presidenciales de Brasil, Colombia, México y Venezuela cargaran la mirada de politólogos y comentaristas políticos, mientras la elección de medio término en Estados Unidos marcará el segundo tiempo de la administración Trump y el poder que obtengan los Republicanos con la renovación total de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado delimitará no solo las políticas públicas, sino también el ambiente de opinión pública de cara a la posible reelección de la actual administración en 2020.
Así, la próxima elección presidencial a celebrarse en México el próximo 1 de Julio estará cargada por la relación con los Estados Unidos y el creciente pesimismo librado por el acuerdo económico conocido como NAFTA. Bajo este contexto, la figura del dos veces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador es vista con preocupación por algunos sectores políticos mexicanos, especialmente por su marcado discurso populista, la línea de sus direcciones de política pública bajo el alero del Partido Moreno, y por el uso que pueda hacer de la retórica del presidente Trump hacia sus electores. Mientras el partido Revolucionario Institucional (PRI), fuerza política actualmente en el gobierno, no ha podido sacudirse del debilitamiento de su imagen y el poco carisma de su candidato José Antonio Meade, lo cual lo han hundido en las encuestas de opinión inclusive por detrás del candidato de los partidos Acción Nacional (PAN), Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) Ricardo Anaya.
Por su parte, la partida del presidente colombiano Juan Manuel Santos estará marcada por el hito del acuerdo de paz con el grupo terrorista de las FARC y el declive sistemático de la popularidad del partido de la U tras el intenso debate público por las condiciones del acuerdo firmado, esto ha generado un impacto directo sobre las posibilidades del actual vice-presidente Germán Vargas de resultar triunfante en la elección a celebrarse el próximo 27 de mayo. La pelea por el primer lugar en la primera vuelta según las últimas encuestas de opinión estaría frente Sergio Fajardo, ex gobernador de Antioquia y representante de las “nueva política” y la anticorrupción, y Gustavo Petro, ex-alcalde de Bogotá y un férreo opositor a la cúpula tradicional de la política colombiana. A nivel del Congreso, los diez asientos reservados para las FARC y la posible llegada de su más carismático líder, Timochenko, generarán de seguro tensión al interior no solo del cuerpo legislativo, sino también de cómo el nuevo presidente sea capaz de aunar las voluntades de un pueblo colombiano que mira con recelo algunas de las consecuencias del acuerdo celebrado en 2016.
La situación política de Brasil, cuyas elecciones se celebrarán en el mes de octubre, parece ser un cúmulo de la inestabilidad y debilidad política de los últimos años tras los escándalos de corrupción que terminaron por destronar del poder a la presidenta Dilma Rousseff. De esta forma, la creciente tensión que rodea la figura del candidato del partido de los Trabajadores, el expresidente Lula da Silva, y la polarización del discurso frente a su condena por parte de la justicia no solo genera efectos sobre el mercado, sino también determina la atención de la opinión pública y marca el tono político de cara una nueva elección presidencial.
Desde el lado menos amable de los regímenes del continente encontramos las próximas elecciones a celebrarse en mayo en Venezuela. Rodeados de una profunda crisis política, social y económica, los comicios no son más que una última carta de Rafael Madura y el chavismo venezolano por legitimar su régimen. Sumados a los cambios de fecha, los presos políticos, la falta de medios de comunicación libres y a la no participación de la oposición, la elección rompe con todas las normas procedimentales de una democracia. De esta forma, la candidatura del ex gobernador Henri Falcón resulta de más ayuda a Maduro y su régimen que a la restauración de una democracia inexistente.
Por último, la elección de medio término en los Estados Unidos marcará el futuro de la administración del presidente Donald Trump y la forma en como se constituirán los partidos Republicano y Demócrata de cara a la carrera presidencial de 2020. Con las derrotas de los candidatos apoyados por Trump en las elecciones especiales de Utah y Alabama en 2017, el partido Republicano y sus candidatos deberán decidir entre alinearse con el presidente y buscar una fórmula que minimice el costo electoral tradicional de las elecciones de medio término. Si bien los incumbentes pareciesen seguros, más de 50 miembros actuales han anunciado que no buscara la reelección, lo cual abre una ventana para encontrar el equilibrio de poder en la nueva conformación del cámara baja. De esta forma, los analistas políticos ven carreras competitivas en distritos alrededor de Filadelfia, Minneapolis y California que podrían determinar quien logre los 218 escaños que aseguren el control de la cámara de Representantes. Sin perjuicio de esto, la actual paradoja americana – en donde se vive un ambiente de división social, convulsión política, pero también de una economía pujante y un desempleo bajo – se verá fuertemente aminorada por el marcado carácter personalista y el sistema electoral de mayoría simple que reina las elecciones del Congreso.
De esta forma, México y Colombia enfrentan una importante disyuntiva que pone en jaque a los bloques políticos que actualmente gobiernan, llevando necesariamente hacia un cambio de aires políticos. Por su parte, el ambiente político y la elección brasileña se constituye como un espejo de los problemas de corrupción y tráfico de influencias que han puesto en una compleja situación a la cúpula del partido de los Trabajadores, y aumenta la posibilidad de un cambio de coalición que habite Brasilia. Más preocupante es la situación venezolana, en donde la administración de Maduro juega las últimas cartas para legitimar un régimen que ha perdido toda validez democrática, y que solo trae por resultado ampliar la profunda crisis social, política y económica que vive el país. Finalmente, será de especial atención lo que ocurra en los Estados Unidos, y el cómo la figura de Trump en un país socialmente dividido, pero económicamente prospero podría generar un impacto sobre la renovación del poder legislativo.
Profesor Investigador, Facultad de Gobierno UDD