A pesar de que la diferencia no es estadísticamente significativa, logra dibujar el escenario de un país dividido en torno a las condiciones en que la paz puede ser acordada. Más que profundizar en las razones por las que el “No” pudo haber ganado, es importante reflexionar acerca de las consecuencias que tuvo este escenario.
En noviembre del 2012 el Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos inició las conversaciones de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el principal grupo terrorista de este país y la guerrilla más antigua de América Latina. El objetivo de estas negociaciones era llegar a un acuerdo que pusiera fin al conflicto interno que lleva más de cincuenta años en Colombia y que ha acabado con la vida de casi 300 mil personas.
Con la pregunta “¿apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”, el 2 de octubre de 2016 se sometió a plebiscito el acuerdo firmado por el Presidente colombiano y Timochenko, máximo líder de las FARC, que sentaría las condiciones para acabar con el conflicto armado. Para sorpresa de Colombia y el mundo entero, el 50,21% de las personas votaron por el “No”, mientras que un 49,78% por el “Sí”.
A pesar de que la diferencia no es estadísticamente significativa, logra dibujar el escenario de un país dividido en torno a las condiciones en que la paz puede ser acordada. Más que profundizar en las razones por las que el “No” pudo haber ganado, es importante reflexionar acerca de las consecuencias que tuvo este escenario poco previsto tanto por una clase política confiada en el triunfo del “Sí” como por un mundo a la expectativa de la llegada de la paz a un país conocido por la inseguridad y la guerrilla.
El principal efecto que tuvo este resultado fue un claro desconcierto e incertidumbre, como se demostró en los principales titulares mundiales. Nadie pensó que se negaría la consolidación de la paz, tanto así que ni el mismo Gobierno de Juan Manuel Santos tenía un plan de respaldo en caso de que ganara el “No”. Las implicaciones de este resultado se dieron tanto a nivel internacional como nacional.
A nivel internacional, el resultado del plebiscito afectó fuertemente la imagen país de Colombia, ya que el inicio de las negociaciones con las FARC y la sensación de que por fin llegaría la paz, llevó a que Juan Manuel Santos y Timochenko fueran nominados al Premio Nobel de la Paz, el que compartirían en caso de ganar el “Sí”. Con el sorpresivo triunfo del “No”, el mundo entero fue testigo de cómo Colombia rechazó el acuerdo firmado entre el Gobierno y las FARC, lo que dejaba la sensación amarga de que Colombia se rehusó a la paz.
A nivel nacional, el resultado fue una muestra del poder popular. Si bien el país estaba claramente dividido con respecto al acuerdo, fueron las personas las que tomaron el mando de las acciones del Gobierno y decidieron el rumbo que tomaría el país. Tanto las celebraciones por el triunfo del “No” como las marchas y protestas por la derrota del “Sí”, llevaron a la renegociación del acuerdo y a la unión de las opiniones políticas.
La negociación por el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos pasó a ser una negociación entre las FARC y Colombia, ya que por primera vez en seis años se generó una conversación entre las coaliciones políticas del país, representadas por el ex Presidente Álvaro Uribe y el actual Presidente Juan Manuel Santos. Ahora sólo falta evaluar la efectividad en la aplicación de las nuevas condiciones del acuerdo de paz, unas que reflejan e incluyen las razones detrás del rechazo al acuerdo por parte de los ciudadanos colombianos.
Cientista Política, Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo.
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