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«Llegó la hora»: La frase de Piñera que marca un antes y un después con el gobierno de Bachelet – Emol

En las últimas semanas, el Mandatario ha reforzado su mensaje diferenciador con la administración anterior, algo que a juicio de distintos expertos le puede retribuir bonos en el presente, pero no en el futuro.

SANTIAGO.- «Llego la hora que todos aprendamos a respetar a nuestras autoridades», dijo esta semana el Presidente Sebastián Piñera, luego de conocer el grave incidente ocurrido en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez protagonizado por un chofer de Uber que recibió un balazo por parte de un Carabinero tras intentar evadir un control policial. Se trata de una especie de ultimátum del jefe de Estado, el cual ha reiterado en numerosas ocasiones en las últimas semanas. «Llego el tiempo de poner orden, ya son muchas las muertes», dijo al anunciar el proyecto «antiportonazos»; también aseguró que «ha llegado el momento de poner orden en nuestra casa», al referirse a su proyecto para controlar la migración en el país.
Sin ir más allá, en la primera Cuenta Pública de su segundo mandato ante el Congreso Nacional también utilizó esa expresión. «Llegó la hora de cumplir con nuestra gran misión», sostuvo, refiriéndose a la meta de su Gobierno de avanzar sustantivamente en crecimiento para alcanzar el ansiado desarrollo. Una sentencia que a juicio de distintos expertos consultados por Emol, más que marcar un golpe de autoridad, busca insistir en las diferencias que existirán entre su administración y la que encabezó la ex Presidenta Michelle Bachelet, algo que dejó muy en claro durante la campaña presidencial y que ratificó en su mensaje del 1 de junio. Al respecto, el experto en comunicación política y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando García Naddaf, comentó que detrás de los dichos de Piñera «sin duda que es una forma de marcar un antes y un después, de dejar huella en un intento refundacional. Es común que los líderes busquen estos recursos narrativos». «Ellos ‘traen’ los nuevos tiempos, -que de paso, coincide con sus eslogan de campaña-. Desde la construcción simbólica, hay muchos líderes que buscan esos momentos con «operaciones simbólicas» mucho más fuertes: nuevas constituciones, grandes acuerdos, grandes obras que marcan las ciudades, etc», añadió. Sin embargo, García Naddaf explicó que «en este caso, es sólo un cúmulo de imágenes simbolicas, menores, discursivas, que no tienen la fuerza suficiente para marcar el cambio para un antes y un después, y que no logran arrastrar a la comunidad entera, lo cual es un riesgo, porque puede generar muchas expectativas». A su juicio, si las sentencias del Mandatario no son cumplidas, pueden abrir un importante flujo de críticas en el futuro. «¿Realmente se acabarán los portonazos? ¿Realmente «se respetarán las autoridades» a partir de las medidas? En fin. Son jugadas que desde el lenguaje son arriesgadas, porque abren flancos», indicó. En tanto, el decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, coincidió en que «independiente de que pueda querer dar un golpe de autoridad, la frase tiene que ver con un marcar una diferencia». «La principal crítica es que durante los últimos años o al final del gobierno de Bachelet había desorden o cierta desprolijidad. Entonces, instalar la idea de orden pasa a ser un elemento diferenciador de ese gobierno pero también de interpelación al ciudadano común», añadió. El académico de la UDD recalcó que «claramente va en esa lógica de diferenciación y obviamente opera en un antes y un después, pero tiene ese componente ideológico. Además, dentro de los ejes que caracterizan a la derecha está el concepto de eficiencia y orden, entonces los énfasis van por ese lado». Un estilo que no es nuevo El analista político y académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, recordó que el gobernante ya utilizó este relato en 2010, cuando aseguró que en 20 días su gobierno había hecho más que otros en 20 años, algo que al final le terminó pasando la cuenta. Esta vez, a su juicio, el Presidente está actuando de forma similar, pero más cauto. «Piñera está algo obsesionado con Bachelet. En ese entonces, ella marcaba más de un 80% de valoración ciudadana y era absurdo pegarle a una líder así de popular, pero pensó que era fácil anular su legado. De igual forma, pensó que su gobierno inauguraba una nueva etapa en el país, señalando que era un gobierno de los mejores», rememoró.

Según Morales, «hoy insiste en esa misma estrategia, con la diferencia de que parece más cauto y más indirecto en sus críticas. Durante la campaña no tuvo piedad con Bachelet y ya en el gobierno ha insistido en la idea de marcar diferencias y de ejercer la mano dura en todos los ámbitos». «Ciertamente, ha sido más prudente. No se ha comprometido a trancar la puerta giratoria ni a que el país será desarrollado durante su cuatrienio. Más bien, quiere dejar en claro que el punto de comparación de su gobierno debe ser con el de Bachelet. La vara es baja y, por lo tanto, Piñera espera cosechar apoyos ciudadanos bajo esa lógica comparativa», enfatizó. En la misma línea, el decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, coincidió en que Piñera «intenta establecer un relato por contraste respecto del gobierno anterior. Eso sirve al principio, pero después de 100 días de gobierno uno esperaría un norte estratégico acerca de hacia dónde se dirige el Gobierno». «Es tratar de marcar un antes y después, un ‘nosotros y ellos’. Pero eso no alcanza para fijar un relato en relación con el fondo a las medidas que quiere implementar y aparece muy cortoplacista, pragmático. Hay un riesgo en girar solo a un diferenciamiento con el gobierno anterior: La gente espera resultados», agregó. En ese sentido, el académico subrayó que Piñera «cae en la trampa del inmediatismo, del corto plazo. Allí veo un riego, falta una narrativa de lo que pretende hacer». Una visión distinta planteó Guzmán, quien aseguró que Piñera puede usar ese recurso «hasta que no pase a ser un mantra que ya no llama la atención a nadie. Los medios y la gente en general estuvo muy acostumbrada a mucha intensidad legislativa durante cuatro años y acá no hay tanto cambio, pero todavía estamos viviendo con esa sensación». «Pensemos que lleva solo tres meses en el gobierno, entonces puede seguir girando en esta línea porque lleva poco, puede hacerlo. Ahora, cuánto le resulte, es la pregunta del milllón», advirtió. Finalmente, Morales explicó que «según Cadem, el Presidente está cerca del 60% de aprobación, lo que parece ser su techo. Para mantener esos niveles es necesario sostener en órbita el gobierno anterior, pero no de manera explícita, sino que de manera más inteligente e indirecta». «Piñera no tendrá problemas en comparar la gestión de su gobierno con el anterior, particularmente en áreas sensibles, como el crecimiento económico y la delincuencia. Él quiere dar la imagen de un país terremoteado política y económicamente, a diferencia de 2010 cuando recibió un país terremoteado físicamente», concluyó.

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