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«El juego de los colegios» por Gonzalo Müller

Hace unas semanas, en varias ciudades del país, padres y familias completas camhiaron su rutina de fin de semana para participar de distintas caminatas para defender su derecho a elegir la educación de sus hijos. Cómo una reforma educacional necesaria se termina transformando en la pesadilla de los padres y apoderados de la educación particular subvencionada es uno de los errores políticos que hoy enfrenta el Gobierno.

Al iniciar el Ministro Eyzaguirre la tramitación de los proyectos de la Reforma Educacional, una serie de frases suyas empezaron a incomodar primero y a inquietar después a los padres de la educación subvencionada. Que no sabían elegir y se guiaban por tonteras como el nombre en inglés de los colegios o el color de pelo de los alumnos, que la reforma debía partir por quitarles los patines a los estudiantes de la educación subvencionada, porque corrían más rápido que los de la educación municipal; esta serie de desafortunadas frases son el reflejo de la desconfianza del ministro hacia la capacidad de elegir de los padres.

Al revisar los proyectos presentados que buscan poner fin a la selección, el copago y el lucro en el sistema escolar, ahora son los sostenedores de los colegios quienes advierten que esta expropiación encubierta que involucra la compra de los colegios por más de 5.000 millones de dólares, pone en tela de juicio la continuidad de los establecimientos que la mayoría de los padres ha elegido para sus hijos, quienes no entienden cómo el posible cierre de sus colegios o las nuevas limitaciones para su funcionamiento aportan en nada a mejorar la calidad.

Esos padres debieran ser una luz roja para el camino que el ministro ha elegido para la Reforma.

El divorcio entre lo que estos pares quieren y lo que el Gobierno quiere imponer sólo puede asegurar que la tramitación de la reforma estará marcada por la fuerza con que los padres sean capaces de hacer valer su opinión ante los parlamentarios de sus distritos, y de advertirles que no están dispuestos a renunciar a lo que consideran lo mejor para sus hijos.

Algo está mal en la Reforma, si tiene tan nerviosos a los padres y dedicando su poco tiempo libre a marchar en la calle. Ya son muchas las preocupaciones y temores de la clase media para que el Gobierno y el ministro se transformen en una más.

28/07/2014