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¿Qué esperar del nuevo gobierno en materia de política exterior?

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Sebastián Piñera asumió por segunda vez la presidencia de la República de Chile tras obtener una amplia victoria en las elecciones presidenciales del 17 de diciembre del año pasado derrotando al candidato oficialista Alejandro Guillier.

La elección, que terminó con una diferencia porcentual de casi 10 puntos, fue precedida por una dura y extensa campaña presidencial que enfrentó las posturas de los candidatos durante el 2017. Educación, Salud, Seguridad, Pensiones; fueron algunos de los principales ejes en torno a los cuales giraron las discusiones y debates, algo muy razonable si comprendíamos la contingencia y necesidades del país.

Pero lo cierto es que también hay algunos otros temas que no recibieron la atención que uno esperaba de la discusión política. Dentro de estos contenidos que se quedaron fuera encontramos las relaciones exteriores de nuestro país. Para un mundo tan globalizado e interconectado como en el que vivimos hoy en día, poco y nada se habló de este asunto durante la campaña. En los debates, prácticamente el tema pasó desapercibido. Donde sí se generaba algo de interés internacional era en la relación con Bolivia y su demanda en la Corte Internacional de Justicia en La Haya; Venezuela también generaba lo suyo. Pero no mucho más que eso.

Solo recién en los últimos meses prendió definitivamente el tema migración, que ha llevado a Piñera a presentar, dentro de sus primeros 30 días en la Moneda, una nueva ley de migraciones. Y aunque este tema puede ser tratado más como una cuestión de políticas públicas, también está considerado dentro de este artículo.

Entonces nos preguntamos, ¿Qué esperar del nuevo gobierno en materia de política exterior? ¿Hacia dónde apunta el programa de gobierno de Piñera? Ya que el debate político no generó la discusión necesaria para exponer las intenciones en el ámbito internacional del nuevo mandatario, tendremos que remitirnos a su programa de gobierno, que nos dilucidará sus principales intenciones y objetivos dentro de este espacio.

Partamos por lo más contingente: migración. Lo primero que se pretende dejar en claro en el programa es que la visión que tiene el gobierno respecto a la migración es positiva, ya sea de chilenos hacia el exterior o extranjeros hacia nuestro país, al tratarse de una búsqueda natural de mejores condiciones de vida y de expresión de libertad. Pero también se afirma que, durante la última década, y sobre todo en los años más recientes, la migración a Chile se ha multiplicado y desordenado considerablemente; por lo que se pretende regularizar la presencia de inmigrantes que se encuentren indocumentados, y al mismo tiempo transparentar las condiciones que pone Chile a quienes se radican en su territorio para excluir a quienes no respeten nuestra legislación.

Por lo anterior, se actualizó la legislación migratoria para que, según el gobierno, “transparente las condiciones de ingreso y permanencia en nuestro país (…) En síntesis, abrir las puertas de nuestro país a quienes ingresan legalmente, respetan nuestras leyes, se integran a la comunidad y aportan al desarrollo del país. Cerrar, sin embargo, nuestras fronteras a los que hacen daño a Chile y sus residentes como la delincuencia, el narcotráfico el crimen organizado y el contrabando”. Por lo que ahora queda solo esperar a ver cómo se desarrolla el debate como también el funcionamiento de esta ley.

Otro tema internacional controversial es el respecto a los recientes alegatos de Bolivia y Chile en La Haya, y sobre lo que pueda resultar de estos. Ya en nuestro país ha costado mantener una unidad, en todo el espectro político, respecto al no otorgarle un acceso soberano al mar a Bolivia. El nuevo programa de gobierno del presidente Piñera pretende “establecer, con visión de largo plazo, los lineamientos de una política bilateral con Bolivia en un escenario post fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre la demanda marítima boliviana”. Por lo que básicamente se esperará el dictamen de la CIJ para desde ahí poder seguir avanzando en las relaciones con el vecino país; contrastando evidentemente con lo que se propone para Argentina y Perú: profundizar y fortalecer las relaciones en una agenda común.

Se difiere firmemente en este sentido con las aspiraciones que Bachelet insinuó en su programa durante su mandato anterior en que pretendía transformar a Chile en promotor de la convergencia regional e integración latinoamericana; aunque tampoco lo haya podido cumplir en gran medida. Piñera, en este aspecto, se muestra más selectivo en sus relaciones exteriores en Latinoamérica, acotando su actuar a la Alianza del Pacífico y un poco más.

Por otro lado, también se pretende continuar profundizando la estrecha vinculación que existe con la región asiática. Desde el 2003, año en que nuestro país firmó el TLC con Corea del Sur, Chile ha firmado 19 Tratados de Libre Comercio, siendo la mayoría de ellos (11) convenidos con países de Asia; sumando también el recientemente firmado en nuestro país TPP- 11, que incluye a los más relevantes países de la región Asia Pacífico, exceptuando a China, Corea y Estados Unidos. Por lo que podemos asumir que el intercambio comercial internacional y el desarrollo económico de nuestro país continuará estrechamente ligado a la zona económica más dinámica del planeta en estos momentos, lo cual resulta muy positivo.

Según el programa, se pretende “modernizar las capacidades de nuestra cancillería y revisar nuestra representación diplomática en el exterior, racionalizando la presencia en Europa y fortaleciéndola en el Asia Pacífico”. Esto, a pesar de que en el papel pueda significar poco y nada, no hace más que confirmar lo anterior.

Incluso, si profundizamos más en este aspecto, podemos ver dentro del programa que se buscará impulsar un TLC con India, país con el que ya existe un Acuerdo de Alcance Parcial, pero con el que un TLC podría resultar muy beneficioso por su enorme mercado, al igual que con muchos otros países ASEAN, como Indonesia, país con el que también se pretende negociar este tipo de acuerdo comercial.

Por último, se reitera el compromiso de Chile con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable, se afirma también que se intentará profundizar y modernizar los TLCs ya existentes de nuestro país, respecto a la Alianza del Pacífico se buscará armonizar las regulaciones que dificultan el comercio y al mismo tiempo aumentar las inversiones entre los países y, finalmente seguir coordinando entre la sociedad civil y el gobierno las materias prioritarias para APEC Chile 2019.

En conclusión, vemos que el gobierno de Sebastián Piñera tiene importantes desafíos en su agenda internacional: relaciones bilaterales con Bolivia, integración, comercio, migración o APEC 2019; pero también mucho más que eso. Chile debe seguir desempeñando un papel de liderazgo en la región, como ya lo ha estado haciendo, especialmente en la defensa de la democracia y derechos humanos, como de igual forma actuar decisivamente en los organismos internacionales que promuevan tales valores.

Andrés Muñoz Lavín

Ayudante CERI