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CHILE – BOLIVIA después de La Haya

Foto Artículo 1

Los alegatos han terminado, no se sabe el resultado, pero hay evidencias que empiezan a conformar una base de lo que vendrá en las relaciones chileno – bolivianas, independiente de lo que diga el fallo.

Es un hecho que Bolivia no tenía un caso y sólo se sostuvo en ejercicios académicos imposibles, mucha agresividad, la presencia del Presidente boliviano con un evidente mensaje a su pueblo respecto de ser él y sólo él quien es capaz de llevar a Chile a los tribunales y desde esa figura se puede pensar lo que viene.

Nunca, Evo Morales,  ha manifestado dentro de Bolivia que la cuestión de la soberanía está resuelto por la Corte al fallar las objeciones preliminares,  que el Tratado de 1904 es inmutable y la soberanía no está en juego. Esta primera observación del actuar del mandatario boliviano, se suma a su error no forzado de señalar que Antofagasta “fue, es y será boliviana”. ¿Es casual que piense en Antofagasta? No, Antofagasta está fuera del Tratado de 1904 por lo tanto está en el ámbito de un litigio, negociación, bilateral frente a un árbitro o a un tribunal.

Nunca, Evo Morales, ha reconocido que Chile siempre ha ido más allá de lo que señala el Tratado de 1904 y en cambio, ha puesto quejas hasta por el estado de los baños dentro del espacio que el Estado de Chile ha asignado para el trabajo con la carga boliviana.

Nunca, Evo Morales, ha hecho una propuesta que permita a los dos Estados el sentarse a conversar. Su único discurso ha sido el victimizarse y acusar a Chile de invasión.

A este respecto es necesario hacer algunas aclaraciones ya que ello permitirá luego elaborar un perfil respecto de con quién se está conversando y qué es lo que se puede esperar.

Al nacer Bolivia, Perú y Chile limitaban en la costa pacífica por lo que era imposible que una tercera potencia naciera con litoral sin invadir espacios soberanos de alguno de los dos. El despoblado de Atacama, “por allá por el paralelo 23” era el límite de Chile con Perú, pero nuestro país nunca tuvo un mayor interés por la distancia principalmente y Bolivia, a instancia de Bolívar bajó hasta la costa apoderándose primero de Cobija y luego ocupando un poblado de trabajadores chilenos venidos desde Copiapó en busca de minerales y riqueza, Antofagasta.

Chile y Bolivia negociaron en 1866 y luego en 1874 la explotación de la riqueza y definieron límites, quedando Chile con el límite norte en el paralelo 24 para la explotación del guano y del salitre. Estos tratados  fueron  el reconocimiento de Chile a una cualidad marítima de Bolivia. Junto con reconocer este error de la diplomacia chilena, es fundamental señalar que el tratado de 1874 consideraba no subir impuestos al salitre por 10 años, acuerdo que Bolivia no cumplió apoyado en el pacto secreto que había firmado con Perú. Chile buscó por distintos medios solucionar el problema de los trabajadores chilenos, incluso se envió un plenipotenciario con un  ultimátum que Bolivia ni siquiera contestó.

Ante el rompimiento del Tratado entre los Estados de Bolivia y Chile, y la no respuesta al ultimátum en el plazo señalado, el Estado chileno dispuso el desembarco del Coronel Emilio Sotomayor con una compañía en el puerto de Antofagasta, quienes fueron recibidos con banderas y sin disparar un tiro. La población en Antofagasta era muy mayoritariamente chilena.

En este punto se producen dos interpretaciones que es necesario aclarar: la primera es la señalada en el relato y, la segunda es que Chile fue a defender los capitales británicos. Convengamos y es mi posición, que la ruptura de un tratado que afecta los intereses del Estado, es esa razón y no otra la que obliga a utilizar las herramientas del poder a disposición del Estado. Luego se descubre el pacto secreto Bolivia –Perú que separa aún más esa interpretación interesada de los capitales británicos.

Nada de esto es reconocido por Bolivia, nada de la historia documentada es reconocida por Bolivia, nada de las relaciones Chile – Bolivia es reconocida por Bolivia, todas las rupturas de relaciones diplomáticas son declaradas por Bolivia, nada de lo entregado por Chile es agradecido o reconocido por Bolivia, nada de la guerra provocada por Bolivia está en la memoria de Bolivia, no recuerdan que fueron ellos quienes ocuparon territorio chileno, que firmaron un pacto secreto contra Chile, que declararon la guerra a Chile, que abandonaron a Perú al año de guerra, en los tiempos actuales no aceptaron el negocio del gas debido a que pasaba por Chile –gratis-,  obligaron a Argentina a “ni una molécula de gas boliviano a Chile” y por  todo ello Chile está en la obligación  de entregarles soberanía en el espacio que Bolivia defina, sin compensación.

No nos perdamos, no es sólo Evo Morales quién piensa así, no es sólo el pueblo boliviano el que piensa así, hay actores sociales y  autoridades chilenas que piensan así y no olvidemos que la historia, esta historia, nuestra historia, no se enseña en los colegios por lo que no es raro proyectar que en dos generaciones, la insistencia de Bolivia, como producto de instalar un sueño en su constitución, alcanzará sus frutos, fundamentalmente porque no habrá historia en los razonamientos de nuestras autoridades.

Dicho lo anterior, las relaciones Chile-Bolivia deben mantenerse dentro del Tratado de 1904 y, conforme lo que señale la Corte, con toda seguridad “conversar una optimización del acceso al mar para Bolivia”, esperar que Bolivia reanude las relaciones diplomáticas para conversar y esperar un proyecto de Bolivia, sin salir de los márgenes del Tratado. No seamos los chilenos los creativos, reservémonos la respuesta de si o no y alcanzar en un plazo razonable la solución de una parte del problema que puede ser “no hay espacio para mayores mejoras” y empezar a enfrentar el levantamiento de nuevos casos en Antofagasta o el Río Lauca, dado que fue Chile quién llevo el caso Silala  a la Corte para cerrar definitivamente esa puerta.

No es problema que seamos malos vecinos como plantearon los abogados bolivianos frente a la Corte, el problema es que estamos tratando con un líder que no tiene escrúpulos para maltratarnos y eso debemos considerarlo en nuestra posición futura.

Jorge Sanz Jofré

Docente Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo.
Doctor en Desarrollo Local y Territorio, Universidad Jaume I de Castellón de la Plana, España.
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