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La fallida apuesta de Theresa May

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El 18 de abril Theresa May sorprendió al palacio de Westminster y llamó a una elección anticipada a celebrarse el siguiente 08 de junio. En su discurso inicial marcó especial énfasis en el interés nacional, la posibilidad de potenciar su gobierno y de negociar una salida de la Unión Europea que sea acorde a las necesidades y expectativas del pueblo británico. En ese momento, indicó que la única forma de mantener estabilidad para el futuro del Reino Unido era evitar la pequeñez política de división que llevaban a cabo sus contendores, los cuales amenazaron sistemáticamente con una paralización de los proyectos legislativos a favor del brexit. De esta forma, la Primera Ministra lanzó un potente desafío hacia sus contrincantes: dejar el futuro del brexit al árbitro democrático de la ciudadanía.

Ya con los comicios consumados, la sentencia de una fallida apuesta por parte de la líder conservadora es obvia, pero no así las razones de fondo que llevaron al Partido Conservador a perder 13 escaños en el Parlamento, a formar un gobierno de minoría y aceptar la derrota electoral más dura para los conservadores desde la llegada al poder de Tony Blair en la década del ’90. Así, para analizar el fenómeno electoral de la pasada elección se observarán los resultados electorales, la configuración espacial del nuevo parlamento británico, la mala lectura política de los conservadores, los hitos que marcaron un verdadero renacer del laborismo liderado por James Corby y el futuro del brexit.

En primer lugar, los resultados electorales exhiben no solo el significativo declive en el que se encuentra May, sino que también muestran el auge de un laborismo muy distinto al de la era de Tony Blair. Así, a nivel general (ver Tabla n° 1), los trece escaños y 5,5 puntos porcentuales de apoyo electoral perdidos por el Partido Conservador no solo se traducen en su incapacidad para generar un gobierno de mayoría, sino que también contrastan con los 32 puestos en la Cámara de los Comunes de ganancia neta que presenta el partido liderado por James Corby y los más de 9 puntos porcentuales de apoyo electoral. Este notable cambio electoral significó que un 12,5% de los electores británicos decidieran cambiar su decisión de voto respecto de la pasada elección.

Tabla n° 01: Comparación Resultados Elecciones 2015 – 2017

Partido Escaños Triunfos Pérdidas Dif. Neta Votos % Votos Dif. % Votos
Conservador (CON) 318 20 33 -13 13,650,918 42.5% 5.5%
Laborista (LABOR) 262 37 5 32 12,858,644 40.0% 9.5%
Liberal Democrático (LDP) 12 8 5 3 2,368,038 7.4% -0.5%
P. Nacional de Escocia (SNP) 35 1 20 -19 977,568 3.0% -1.7%
Partido Independentista (Ukip) 0 0 0 0 593,852 1.9% -10.8%
Partido Verde (Grn) 1 0 0 0 524,604 1.6% -2.1%
P. Unionista Demócrata (DUP) 10 2 0 2 292,316 0.9% 0.3%
Sinn Féin (SF) 7 3 0 3 238,915 0.7% 0.2%
Partido Comunista (PC) 4 1 0 1 164,466 0.5% -0.1%
Independientes 1 0 4 -4 144,884 0.5% 0.1%
Otros 0 0 5 -5 280,329 1.0% -0.1%

Una segunda arista relevante a observar tiene relación con el cambio en el liderazgo del Partido Laborista. Desde mediados de la década del 90′, y con mucha fuerza tras el inicio de la llamada guerra contra el terror, las fuerzas progresistas británicas – lideradas por el ex Primer Ministro Tony Blair – se caracterizaron por una posición política moderada, manteniendo en gran parte el legado de la administración conservadora anterior, y una misión de vinculación con la Unión Europea que llevo a hablar de la política del «euro centrismo». Sin embargo, la salida de Blair, la derrota electoral de Brown, una importante pérdida de apoyo electoral en la elección de 2013 y fracaso en las votaciones del brexit llevaron a los laboristas a una profunda crisis de identidad política y vinculación con el electorado; así, la llegaba de Corby como líder del partido arrastró al laborismo a políticas que no tenían eco dentro del manifiesto oficial del partido desde la década de 1970. Con ello, se ha comenzado a indicar este 2017 como el fin de la era Blair y el auge de una nueva ala laborista más inclinada a políticas de izquierda.

Analizar la derrota de May requiere indicar la disociación existente entre el mensaje de la líder conservadora de un Reino Unido poderoso, con capacidad de gobernar y de aplicar el estado de derecho para proteger a sus ciudadanos, y las políticas que tomó como secretaria del interior (Home Secretary) bajo la administración de Cameron. Así, los atentados ocurridos en Londres en el periodo previo a la elección arrastraron frente a la opinión pública la disminución de efectivos policiales para la seguridad interna llevada a cabo por May, hecho político que socavó su credibilidad frente al pueblo británico y su real intención de controlar la inmigración y seguridad interna del país. Este punto significativo no sólo cambió el momento político, sino que permitió a los laboristas atacar el mensaje central de la apuesta política de la primera ministra. Desde los cuestionamientos de líderes de opinión, prensa y la propia ciudadanía las encuestas de opinión mostraron un deterioro progresivo en el apoyo a los candidatos conservadores, y con ello, al liderazgo de May.

Otra consecuencia directa de la derrota electoral fue la formación de un gobierno de minoría. Dentro de la tradición democrática británica, se llama así a un gobierno conformado por un partido que no logra la mayoría de los escaños en la Cámara de los Comunes y requiere pactar, mediante la firma de un acuerdo de entendimiento, con un segundo partido político. Esta jugada política por lo general goza de una alta inestabilidad, y no existe un gobierno británico en el último siglo que haya sido capaz de terminar su mandato con esta fórmula de acuerdo. En el caso de May, sus opciones estaban reducidas (especialmente debido a la posición del partido frente al brexit), situación que la llevo a pactar con el Partido Unionista Demócrata de Irlanda del Norte. Sus 10 parlamentarios permitieron al Partido Conservador superar estrechamente el umbral necesario para gobernar[1]

Este hecho anterior marcará el futuro de la salida del Reino Unido desde la Unión Europea, puesto que el partido Unionista – si bien a favor del brexit – sostiene una visión ampliamente más moderada que el programa original establecido por May y su equipo. En términos políticos esto solo aumentará la tensión sobre la estabilidad, sino que también posicionarla al laborismo al acecho del gobierno; mientras en términos económicos aumenta la incertidumbre sobre la situación británica.

En síntesis, una jugada política de May que buscaba consolidar su fuerza y liderazgo de cara a las negociaciones con el resto de Europa, termino por dañar irreparablemente su capacidad de gobernar al interior del país y, quizás aún más importante, la dejo en una débil posición comparada con el resto de las potencias europeas para negociar la salida del Reino Unido en una posición de igualdad. Los vaticinios de su gobierno no son optimistas, y ni el más acérrimo seguidor de la segunda mujer primera ministra en la historia británica es capaz de asegurar el tiempo que le queda a este gobierno de minoría.

[1] La cámara de los comunes, único órgano político electo mediante sufragio popular, está compuesto por 650 miembros electos en distritos uninominales bajo fórmula de mayoría simple (o first past the post como se le conoce en la cultura anglosajona). Para formar gobierno de requieren 325 representantes, en la pasada elección del 08 de junio, los conservadores lograron ungir solo 318 parlamentarios.

Miguel Ángel Fernández

Profesor Investigador, Facultad de Gobierno UDD.