Los líderes de las dos principales economías del mundo se reunieron en Florida el viernes 7 de abril, rodeados por un complejo ambiente mundial cubierto de incertidumbre, tanto por la situación de Corea del Norte, como los ataques químicos en Siria, y el propio elemento “Trump”. Sin embargo, no se dio el choque de trenes que muchos analistas esperaban, sino que primó un ambiente de diálogo entre ambos líderes. Ambas partes demostraron disposición a trabajar todos los temas de la intensa agenda bilateral de manera institucional y coordinada.
Pese a la bajísima cobertura que obtuvo, este encuentro representó un hito fundamental. Seguramente la cobertura habría sido diferente si Donald Trump no se hubiese levantado durante la cena para dar la orden de atacar con 59 misiles tomahawk la base siria desde donde supuestamente despegaron los aviones que supuestamente lanzaron un ataque químico sobre población civil en Khan Sheikhoun. Pero más allá de que Siria sacara del “spotlight” esta cumbre, el hecho de que no haya hecho mayor noticia es relevante y positivo para el curso de las economías mundiales.
Xi y Trump se reunieron en un ambiente extremadamente cordial. La hija de Ivanka Trump y Jared Kushner se encargó de agasajar a Xi y su esposa cantando una canción en mandarín, y recitando poesía propia de la dinastía Tang. La Casa Blanca se encargó de generar un ambiente lo más próximo posible a lo que dictaría el protocolo del imperio del centro, destacando aspectos propios de la cultura china, que seguro serán muy apreciados por toda la delegación y el mismo Xi. Trump no fue Trump; se presentó más bien como un estadista, que entiende el peso de la interdependencia que hoy existe entre EEUU y China, y no estuvo dispuesto a tirar por la borda su relación bilateral más relevante de cara al orden mundial.
Muchos eran los temas pendientes sobre la mesa de negociación. En primer lugar, la campaña de Trump puso un fuerte énfasis en enjuiciar a China por ser el causante de la pérdida de empleos manufactureros en EEUU. Para reducir este efecto negativo, el equipo de Trump propuso un arancel de un 45% a importaciones de China, y el nombramiento de China como un manipulador de divisas con el objetivo de impedir que continúe aumentándose el déficit comercial que hoy tiene EEUU con China. Sumado a esto, EEUU anunció durante la primera semana de abril que revisaría uno a uno todos los déficits comerciales que tiene, y propondría medidas concretas para disminuirlos o eliminarlos. Sin embargo, en la reunión con Xi, ambos grupos decidieron establecer un grupo de trabajo bilateral con un plazo de 100 días, para proponer soluciones concretas a este tema que sean acordadas por ambos lados. Se dilató de esta manera la explosión de una guerra comercial, y está por verse si se eliminará por completo.
En segundo lugar, Taiwán no fue un punto de discusión. Después de su exabrupto al recibir una llamada de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, cuando era presidente electo, Trump ha decidido eliminar a Taiwán de la mesa de negociaciones. Como dijo en su momento un alto dignatario del gobierno chino, Taiwán no es una carta sobre la mesa, Taiwán ES la mesa. No habrá discusiones sobre otros temas mientras que EEUU adhiera firmemente a la política de una sola china. El gobierno de Trump ha optado por no perseguir el tema “Taiwán” como una carta de negociación, evitando confrontaciones mayores con el gobierno chino. Pese a que se está considerando una nueva venta de armas al gobierno de Taiwán, esto es algo que han realizado todas las administraciones norteamericanas anteriores, y por lo tanto no se considera hoy un acto de política exterior que cuestione la integridad soberana de China. En el tema Taiwán, tampoco saltaron chispas en la reunión Xi-Trump.
En tercer lugar, Trump había emplazado via twitter a China a tomar una mayor responsabilidad con respecto a la crisis de Corea del Norte. Si bien China ha impuesto sanciones comerciales al régimen de Kim Jong-Un (deteniendo las importaciones de carbón), EEUU considera que China debería hacer más para impedir escaladas de tensiones, y para disminuir la nuclearización de península coreana. Frente a esta situación, China fue advertida que EEUU enviaría un porta-aviones a la zona con su equipo de combate, para hacer frente a las tensiones que ha generado el régimen de los Kim. Xi se mostró colaborador en el tema de Corea del Norte, y se comprometió a enviar el mismo lunes un emisario a Corea del Sur para discutir también los siguientes pasos a tomar hacia la desnuclearización de la Península. Si bien la instalación del THAAD en Corea del Sur podría haberse convertido en otro punto de conflicto en el triángulo China-EEUU-Corea del Sur, el problema no pasó a mayores, y el acercamiento de postular pretende generar una mayor certidumbre en la alianza de todos los actores para lidiar con Corea del Norte.
En cuarto lugar, un tema menor que también podría haber aumentado los daños en esta colisión de trenes es el dumping acerero del cual EEUU acusa a China. Sobre este tema tampoco se produjo (por lo menos públicamente) un quiebre entre ambas potencias, y se espera que este tema sea tratado en el lapso de 100 días que los personeros se han dado para resolver sus diferencias en temas comerciales.
La confrontación entre EEUU y Rusia por Siria ha dado lugar a discusiones en torno a la posibilidad de una “tercera guerra mundial”. Xi y Trump dieron una señal de normalidad y certeza con respecto a lo que viene en la relación bilateral más importante para la economía mundial. Estas son las mejores noticias posibles para un mundo convulsionado por lo que aparenta ser una vuelta a las luchas mundiales de los grandes poderes. Por lo menos de momento (time will tell), no hubo una colisión de trenes, y la economía mundial obtuvo un golpe de certidumbre con respecto a lo que trae el futuro.