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The Sharing Economy en Asia: ¿Un Desafío al Estado?

Al igual que UBER encontramos hoy empresas que se han inmiscuido en el sharing economy en los más distintos ámbitos de la economía. Air BnB, Tutor ABC, The Job Mill, Fiverr y cientos de empresas buscan hoy entregar soluciones a sus clientes que son tanto el proveedor del bien/servicio como la persona que adquiere o consume este bien o servicio. Que una persona que vive sola en una casa de 4 habitaciones pueda alquilar

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UBER ha hecho portadas en los principales medios de comunicación de decenas de países. Esta empresa se ha convertido en el icono mundial de lo que se conoce como sharing economy. Este concepto apunta a la generación de plataformas que permitan tanto a las empresa como a la personas generar recursos con los medios ociosos de los cuales disponen, ya sea este su auto, su vivienda, su fábrica o cualquier otro medio que pueda tener demanda en el mercado local. Es la expresión de una economía neoliberal en su versión más pura, donde cada vez existen más medios que permiten conectar a la oferta con la demanda, y la mano invisible se transforma en aplicaciones móviles que además de cumplir con esta función ofrecen la inmediatez que requiere toda sociedad del siglo XXI.

Al igual que UBER encontramos hoy empresas que se han inmiscuido en el sharing economy en los más distintos ámbitos de la economía. Air BnB, Tutor ABC, The Job Mill, Fiverr y cientos de empresas buscan hoy entregar soluciones a sus clientes que son tanto el proveedor del bien/servicio como la persona que adquiere o consume este bien o servicio. Que una persona que vive sola en una casa de 4 habitaciones pueda alquilar algunas de estas a otras personas que buscan alternativas de localización y costo en sus viajes, es un fenómeno que genera valor para ambos. Al mismo tiempo, es un servicio que da mayor fluidez al mercado e impulsa un espíritu emprendedor en una población que está acostumbrada a ser empleada.

Pero estas empresas están ingresando en un terreno peligroso precisamente por el alto grado de fluidez que presentan y sus bajos niveles de control. Los Estados de todo el mundo están sumamente rezagados –incapacitados de seguir el ritmo de las transformaciones tecnológicas del presente siglo- y ven que industrias que tenían normativas firmes, son ahora territorio de cientos de miles de emprendedores. Al facilitarse la posibilidad de emprendimiento, la población emprende. Lo primero que hay que preguntarse en este contexto es: ¿Es realmente necesario regular? Dependiendo de la postura que cada uno tenga sobre la economía política, la respuesta variará, pero para este análisis consideraremos que existe una necesidad regulatoria para “proteger” al consumidor. Si la respuesta es afirmativa, ¿Cómo regulamos para no desestabilizar esta importante poción de la economía que lo único que hace es agregar valor? Los gobiernos de todo el mundo están aún buscando respuesta a esta pregunta. Pero en el Este de Asia, esta situación ha cobrado una gran relevancia, dado que los estados son sumamente centralizados y fuertes (con autonomía y capacidad). La historia del desarrollo económico de Asia durante la segunda mitad del siglo XX destaca por la capacidad de los estados para desarrollar industrias que ellos consideraron como prioritarias, haciendo que el mercado tuviese un rol secundario.

Japón es un país consciente de las necesidades que está generando una demanda mundial de servicios cada vez más personalizada. Al mismo tiempo, Japón enfrenta el desafío de ofrecer al mundo una imagen renovada durante los juegos olímpicos de Tokyo del año 2020, y de cara a este desafío, el gobierno ha comenzado a “facilitar” la penetración de la sharing economy en Japón. Pero los progresos han sido relativamente lentos. En el caso de UBER, Japón aplica a este servicio las mismas normativas que la industria de transporte privado (taxis u otros), por lo cual todo proveedor del servicio debe estar registrado con el gobierno central y pagar por su licencia, salvo que operen en áreas donde no llega el transporte público (que por lo general son zonas con muy baja densidad de población). Dicha situación ha forzado a UBER a operar de manera conjunta con empresas ya existentes de transporte privado. El concepto de sharing economy queda bastante vacío en este caso. En el caso de Air BnB, si bien ha habido un crecimiento explosivo en Japón (fundamentalmente dado por el incremento en el turismo receptor y el bajo crecimiento de la industria hotelera), los anfitriones deben regirse por la Ley de Negocios Hoteleros, que impone requerimientos estrictos con los cuales no es fácil cumplir. Por lo  mismo, pese al crecimiento, Tokio registra uno de los niveles de anfitriones más bajos de Air BnB comparados con otras metrópolis. El gobierno japonés ha demostrado la intención –retórica- de fomentar el sharing economy, pero sus acciones han sido lentas en este sentido.

Taiwán y Corea del Sur prohibieron la aplicación UBER durante el año 2016. UBER fracasó en Corea del Sur, y su principal competidor local, KaKao Taxi, se benefició de su conocimiento del mercado y de su capacidad de trabajar dentro de la normativa vigente (con taxis regulares, en lugar de ciudadanos). El gobierno de Corea del Sur ha sido muy estricto con respecto a la normativa y no ha permitido las operaciones de UberX. En el caso de Air BnB, el gobierno de Corea del Sur ha estado más abierto a buscar alternativas, y el Ministro de Finanzas aseguró que durante la segunda mitad del 2016 se buscarían opciones reguladoras que permitan una operación de Air BnB, sin estar sujetos a las estrictas normativas hoteleras. No obstante lo anterior, los esfuerzos regulatorios aún no han llegado.

En Taiwán se permitió la utilización de Uber hasta agosto del 2016, cuando fue declarado ilegal por el sistema judicial del país. Las protestas del gremio de los taxistas dieron al gobierno el impulso final que necesitaba para prohibir el uso de esta aplicación, y la prestación de servicios de transporte no regulados. De manera similar, Air BnB ha enfrentado batallas a nivel municipal, dado que los inspectores municipales han multado a una serie de anfitriones por prestar servicios de una manera que se considera ilegal. En paralelo, la aplicación de sharing economy local, Tutor ABC, ha sido un completo éxito en un mercado altamente regulado (como el de la educación), y no se ha visto truncada por problemas similares, dando cuenta de la necesidad que se presenta en el mercado local para este tipo de soluciones.

Las economías del noreste de Asia tienen una infraestructura que permitiría al mercado distribuir de manera sumamente eficiente sus recursos; sin embargo sus gobiernos han sido bastante reacios a permitir el libre funcionamiento del mercado. La inercia histórica que los convirtió en gobiernos fuertes, capaces de liderar economías productivas de primer nivel sin recursos naturales seleccionando industrias y fomentándolas al alero del estado, se convierte hoy en la mentalidad que dificulta la integración de estos gobiernos en la sharing economy, donde los desarrolladores locales y extranjeros podrían tener un éxito inmenso (como lo han demostrado) siempre y cuando se les deje operar libremente. La inercia de la historia no será fácil de superar en Asia, y el hecho de que todas estas empresas tengan departamentos de “Public Policy” enormes es indicativo del largo camino que tendrán que recorrer para poder cambiar la mentalidad estatal imperante.

Fernando Schmidt

Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales (CERI)
Facultad de Gobierno
Universidad del Desarrollo
Doctor en Estudios de Asia Pacífico,
National Chengchi University
fernandosch@hotmail.com