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Algo más que un monasterio budista

Los objetivos que se promueven en el monasterio Longquan, se enfocan en un intento de homogeneizar la doctrina en toda China, debilitando las diferencias entre las sectas budistas del país, estableciendo un sistema de enseñanza del budismo han y creando un buen ambiente de práctica budista para devotos laicos y religiosos.

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En los límites del distrito de Haidian, en Beijing, y a los pies de la montaña Fenghuang Lingshan, se encuentra uno de los monasterios budistas más visitados por los devotos que habitan la capital y que mejor representaría el papel que, hoy por hoy, cumple el budismo chino para su sociedad tradicional – moderna, y para el Partido Comunista. Se trata del monasterio Longquan-si, fundado hace más de mil años, pero restaurado hace tan sólo 20 y revivido hace 10. El abad del monasterio es el maestro Xuecheng, actual presidente de la Asociación Budista de China, cuyas labores promueven las políticas patrióticas que tan persistentemente difunde el Partido en la sociedad china. Y es que la propuesta del budismo han (chino) y el efecto que desde ya está adquiriendo en China no es menor, pues con el apoyo del gobierno y de más de 185 millones de fieles (estadística del 2012, cifra que va en aumento), se ha convertido en la religión de mayor cantidad de devotos en China y, probablemente, la que mejor se ha adaptado a la realidad moderna del país como también a las políticas del estado chino.

Durante la visita que realicé al monasterio, junto a otras personas, compartimos con un grupo de devotas voluntarias, quienes nos señalaron los comedores donde cientos de visitantes reciben gratuitamente un almuerzo vegetariano. Después de la comida, nos invitaron a realizar una actividad del voluntariado, que consistió en remover ramas en un sector del bosque, ubicado en la parte trasera del monasterio, en el que otros voluntarios preparaban el terreno para la construcción de lo que, al parecer, sería un salón de meditación. Luego de aquella actividad asistimos a una clase de traducción al inglés de las enseñanzas del abad Xuecheng, que dictó una devota, con un excelente conocimiento del idioma. Al respecto, una de las tareas que en la actualidad se realizan en el monasterio es la traducción de textos budistas, por lo que dentro de los voluntariados se hace hincapié en integrar a personas que puedan colaborar en la traducción de textos a diversos idiomas.

Los objetivos que se promueven en el monasterio Longquan, se enfocan en un intento de homogeneizar la doctrina en toda China, debilitando las diferencias entre las sectas budistas del país, estableciendo un sistema de enseñanza del budismo han y creando un buen ambiente de práctica budista para devotos laicos y religiosos. En cuanto al aspecto sincrético, característica esencial de casi toda religión en China, se hace hincapié en la enseñanza religiosa que combina elementos confucianos, para así desarrollar una comunidad pura y armónica. Con respecto al desarrollo del Dharma o la doctrina budista, se recurre a la tecnología y los medios de comunicación, adaptándose al estilo de vida moderno, incorporando intereses o políticas internacionales como la paz mundial, con un budismo humanitario, que proteja el ambiente y fomente la vida sana, en fin, una serie de ideales que proliferan en las sociedades actuales y que llaman a un bienestar universal. Es decir, nos encontramos ante una institución religiosa que abraza el proceso globalizador moderno, pero con un sello de origen inconfundible: el Partido.

La Asociación Budista de China destaca la promoción amistosa de las relaciones con los compatriotas (tóngbāo 同胞) de Taiwán, Hong Kong, Macau, los residentes budistas chinos en el extranjero, como también la comprensión y cooperación con la unificación, promoviendo la unión con la Madre Patria (zǔguó祖国). Además, la Asociación debe aumentar la cohesión cultural entre las nacionalidades chinas y desarrollar la amistad e interacción con las organizaciones budistas internacionales, las otras religiones y cada país budista. Finalmente, promueve el intercambio cultural entre los budistas chinos y extranjeros, manteniendo la paz en el mundo.

En el proceso de constante desarrollo del país, el gobierno chino trabaja continuamente en la mantención y reconstrucción de la plataforma del Partido, que no puede decaer. Para esto requiere del apoyo de las instituciones religiosas, sobre todo de miradas homogeneizadoras que eviten las diferencias y confluyan con los ideales que propaga el gobierno a todo nivel. De esto último surge la pregunta de si, en este proceso, las asociaciones religiosas chinas, sostenidas por el apoyo del Partido, terminarán predicando, en esencia, el mismo mensaje, sin importar enfatizar en las diferencias internas de cada secta e incluso de cada religión ¿Será que este es el camino seguro que deben seguir las religiones para que el Partido les permita mantener su práctica? Habrá que esperar un tiempo para observar los resultados de las políticas actuales del gobierno chino hacia las religiones, específicamente el budismo. Mientras tanto, seguiremos incursionando en las diversas acciones y narraciones que construyen el puente entre dos mundos supuestamente opuestos.

María Elvira Ríos

Doctor en Estudios de Asia y África, especialización en China
Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México.
mariaelvirarios@udd.cl