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A propósito del “Día Internacional del Yoga”

El “Día Internacional del Yoga”, a instancias del gobierno de Modi, fue aprobado rápidamente –sólo 75 días después de presentada la moción– con el apoyo de 177 países por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 69ª sesión, realizada en diciembre del 2014, con el fin de reconocer las ventajas del yoga para la población mundial, debido a su enfoque holístico de la salud y del bienestar en general, siendo parte de los objetivos de la política de Desarrollo Sostenible de la ONU…

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El pasado 21 de junio, India y el mundo celebraron la segunda edición del “Día Internacional del Yoga” con eventos masivos y variados en los principales centros de la India, entre ellos el liderado por el Primer Ministro indio Narendra Modi, quien realizó las distintas asanas (posturas) junto a 30 mil practicantes en la explanada del parlamento regional de Chandigarh –la capital de los estados del Punjab y Haryana–, el cual fue diseñado por el reconocido arquitecto franco-suizo Le Corbusier en la década del cincuenta. Paralelamente en la capital New Delhi, más de 15.000 personas (incluyendo a unos 70 diplomáticos de otros 35 países), se unieron a las manifestaciones. Al igual que en su primera versión, este año el acontecimiento también fue conmemorado en muchas otras ciudades, desde Washington a Pekín, pasando por Paris, Sídney, Moscú, Ciudad de México, Seúl y, por supuesto, Santiago.

            Recordemos que el “Día Internacional del Yoga”, a instancias del gobierno de Modi, fue aprobado rápidamente –sólo 75 días después de presentada la moción– con el apoyo de 177 países por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 69ª sesión, realizada en diciembre del 2014, con el fin de reconocer las ventajas del yoga para la población mundial, debido a su enfoque holístico de la salud y del bienestar en general, siendo parte de los objetivos de la política de Desarrollo Sostenible de la ONU, adoptada el año pasado por todos sus miembros. Así pues, el Secretario General, Ban Ki-moon, señaló en Nueva York que la práctica del yoga “mejora la condición física, disminuye el estrés y promueve la armonía de las personas, independientemente del origen étnico, la fe, la edad, la identidad de género o la orientación sexual”. Por su parte, Modi en su discurso de celebración en Chandigarh, además de enfatizar la capacidad del yoga para equilibrar la mente y el cuerpo, declaró que se trataba de una actividad más allá del Hinduismo, “apta para ateos y religiosos, siendo la ruta más barata hacia la salud y un camino hacia la paz universal”. De esta manera, el yoga ha sido presentado como un regalo de la milenaria cultura india para el mundo, que remedia los males físicos, mentales y espirituales de la sociedad contemporánea.

            El actual gobierno indio, de este modo, ha destinado grandes recursos materiales en hacer del yoga una parte importante de la vida cotidiana en el subcontinente y más allá de sus fronteras. Además de la creación de un ministerio del yoga (AYUSH: siglas de Ayurveda, Yoga, Unani, Siddha y Homeopatía) a los pocos meses de haber asumido Modi al poder, se estima que el valor del “Día Internacional del Yoga” del 2015 costó alrededor de 4,7 millones de dólares, mientras que el de este año alcanzó los 2,9 millones. El Primer Ministro –un orgulloso y practicante hindú– muchas veces se ha jactado de que el secreto de su energía, de sus largas horas de trabajo, de la ausencia general de estrés ha sido la práctica constante del yoga a través de los años, por lo que no extraña que haya pedido a todos los funcionarios del aparato público que lo practiquen regularmente para así aliviar el estrés relacionado con sus labores y que, incluso, pretenda instaurarlo en los programas educacionales, con el riesgo que implica establecer una actividad claramente hindú (con Saludos al Sol y el canto del om incluidos), en una sociedad tan compleja y diversa como la india, donde la comunidad musulmana ha rechazado sutil pero permanentemente, el excesivo entusiasmo y promoción que ha recibido el yoga estos últimos años, además de los riesgos que conlleva la homogeneización de la India en una sola de sus muchas tradiciones culturales.

            Sin embargo, y a pesar de los evidentes y múltiples beneficios de la práctica del yoga, es claro que las motivaciones de Modi y su gobierno se encuentran más allá de ellas. Hoy en día, el yoga es tan popular en todo el mundo –según cálculos de Forbes genera unos US$ 80.000 millones en el mundo, siendo practicado por 36,7 millones de personas tan solo en Estados Unidos–, que se ha convertido en una de las nuevas y principales herramientas políticas del soft power indio y su diplomacia, el cual ya contaba con la imagen de Gandhi, la idea de la democracia más grande del mundo, el Taj Mahal, el turismo espiritual, la gastronomía y la industria cinematográfica de Bollywood, por mencionar algunos, dándole mayor visibilidad e influencia internacional a la India en este último tiempo.

El gobierno indio se ha propuesto, además de reactivar la economía, desafiar (o al menos cambiar) el status quo y posicionar a la India como potencia mundial, siendo la política exterior uno de los sectores más activos desde que Modi asumió el cargo. Para lo anterior, el Primer Ministro planea hacerlo de forma paulatina, sin causar gran perturbación en el orden internacional actual (India no puede permitirse el lujo de ser percibida como amenazante para la región, ya que su posición en el Sur de Asia sigue siendo precaria, principalmente por sus relaciones con Pakistán), diseñando una política exterior que combina inteligentemente el hard y el soft power. Así, mientras acumula una fuerza militar sin precedentes y un gran poder en la región, al mismo tiempo está construyendo estratégicamente una imagen positiva de sí misma que ayude a mitigar el aumento de las fuerzas coercitivas del gobierno indio en distintos ámbitos, tranquilizando así a los países amigos y socios económicos de las intenciones de la India para ascender –al parecer– de manera pacífica al status de superpotencia.

De este modo, el “Día Internacional del Yoga”, con su filosofía de bienestar y armonía entre el cuerpo y la mente –tendencia cada vez más aceptada, admirada y de moda en todo el mundo–, tiene un papel fundamental en la diplomacia actual india, cumpliendo de manera extraordinaria el objetivo de seducción cultural propuesto por Modi, a través del cual lograr una mayor penetración, posición estratégica y conseguir ser uno de los centros de interés global de la actualidad, diferenciándose y siendo la contraparte, al mismo tiempo, de la sensación de agresividad y negatividad de China. Claro está que, como toda política de soft power, las cuales dependen de la planificación y de la constancia en el tiempo, aún es muy temprano para evaluar el éxito o fracaso del yoga y su día en el desarrollo de la política exterior india y su futuro lugar en el concierto mundial.

Felipe Luarte Correa

Candidato a Doctor en Historia.
Universidad de Delhi, India.
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