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El año de la reconciliación. Cuba – Estados Unidos.

Hace poco más de un año atrás Estados Unidos y Cuba anunciaron la normalización de sus relaciones diplomáticas, luego de medio siglo de distanciamiento. Las expectativas fueron enormes, pero poco y nada se ha logrado al respecto. La verdadera reconciliación aún está por verse.

soledad reyesweb

El anuncio se realizó con bombos y platillos. El mundo entero vio cómo Raúl Castro y Barack Obama anunciaban el restablecimiento de sus relaciones, después de 53 años de estancamiento. Un año y medio de negociaciones, con la intervención del Vaticano y el gobierno canadiense, lograron ese resultado. La prensa hablaba del comienzo de una nueva era, presentando dicho anuncio como la mayor noticia del mundo latinoamericano en el último tiempo.

La exposición mediática fue significativa. Las imágenes de estadounidenses desembarcando en un puerto cubano (por la inauguración de un ferry que navegaba por las orillas de Florida y Cuba) dio la vuelta al mundo. Para qué decir la foto de la célebre Paris Hilton, heredera de la cadena de hoteles que había sido expulsada de la isla hace años atrás, posando junto al hijo de Fidel Castro. Estas fotos eran el símbolo del deshielo. Pero hoy día, cuando ha pasado algo más de un año, vemos que poco ha cambiado en la vida cotidiana de los cubanos. No se está ni cerca de la nueva era prometida.

Al ver los hechos cronológicamente, el primer paso fue la liberación de Alan Gross y de los tres agentes cubanos detenidos en Estados Unidos desde 1998. Luego, tras varias reuniones bilaterales, comenzaron a relajarse algunas restricciones que imperaban hace décadas. Y así, se han firmado acuerdos que incluyen distintos ámbitos, como transporte marítimo, protección del medio ambiente, telecomunicaciones, agricultura, viajes y comercio. Por primera vez después de medio siglo, compañías de ferrys comenzaron a ofrecer el servicio de transporte marítimo entre ambas costas, se firmó el primer acuerdo de roaming directo entre los dos países, se inauguró el servicio de correos y encomiendas. Y siguen prosperando las conversaciones para reanudar vuelos comerciales entre Nueva York y La Habana, no los tipo charter que existen hoy.

En junio el gobierno estadounidense retiró a Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo, donde estaba desde 1982. Y al mes siguiente se abrieron embajadas en Washington y La Habana, factor clave en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Fue bastante simbólico que el propio John Kerry haya acudido a la inauguración, siendo el primer secretario de Estado en visitar la isla en 70 años.

Castro y Obama se han encontrado dos veces en el 2015. Primero en mayo, en la Cumbre de las Américas, y luego en septiembre en la Asamblea General de la ONU, donde discutieron los puntos álgidos de su relación y su futuro: el levantamiento del embargo económico impuestos por Estados Unidos desde 1962, – más las respectivas compensaciones económicas que exige Cuba por dicho aislamiento – y la devolución del territorio donde está la base naval estadounidense en Guantánamo, en el extremo oriental de la isla, ocupado desde 1903.

Concretamente, es en el tema del bloqueo económico donde está el meollo del asunto. La resolución de la ONU, apoyada por 191 países, de terminar con él fue rechazada por el Congreso norteamericano. Dominado por los republicanos, argumentan que Obama ya ha hecho demasiadas concesiones al régimen castrista, lo cual, lógicamente, impedirá cualquier avance. Y como es el Congreso el único que puede abolir el embargo – a estas alturas un complejo entramado de sanciones económicas que pocos entienden– todo vuelve a empezar de cero.

Barack Obama es el primero en explicar la necesidad de terminar con el bloqueo. “El Congreso puede apoyar mejores condiciones de vida para el pueblo cubano si levanta el embargo, legado de una política fracasada”, ha declarado en más de una ocasión. En efecto, está sucediendo precisamente lo que muchos temían. La mayoría republicana ha sido, y seguirá siendo, el principal obstáculo para la verdadera normalización de relaciones. Y mientras no se avance en esto, el camino se ve difícil. “Se mantiene la persecución financiera a las transacciones legítimas de Cuba, lo cual provoca daños y privaciones a nuestro pueblo y es el obstáculo principal para el desarrollo de la economía cubana”, afirmó Raúl Castro en diciembre del 2015. “El pueblo cubano – agregó – no renunciará a los principios e ideales por los que varias generaciones de cubanos han luchado a lo largo de este último medio siglo. El derecho de todo Estado a elegir el sistema económico, político y social que desee, sin injerencia de ninguna forma, debe ser respetado”.

El mandatario cubano reconoce que las medidas implementadas hasta ahora son positivas, pero de un alcance limitado. Mientras siga el bloqueo , es poco lo que Raúl Castro estará dispuesto a ceder. Por el contrario, cada vez impone más condiciones. A las ya mencionadas, se suma ahora la amnistía a la espía Ana Belén Montes, condenada a 25 años de cárcel por traicionar a su patria en beneficio del régimen castrista. Y si al principio exigía 120 millones de dólares de indemnización por los daños provocados por el embargo, ahora va en 300 millones.

Por su parte, Obama tampoco cederá en los temas que le importan. Porque si no ha habido apertura económica, menos ha habido apertura política. Cada día se han visto más detenidos, más actos opositores y más represión. El Presidente norteamericano ha dicho que podría visitar la isla este año, a cambio de mayores libertades personales para los cubanos y, muy especialmente, cuando pueda reunirse con los disidentes. “Si puedo decir con confianza que estamos viendo algún progreso en la libertad y posibilidades de los cubanos comunes, me encantaría utilizar una visita como una forma de restablecer ese progreso”, afirmó en una entrevista hace un mes atrás.

Cifras oficiales dicen que entre el 1 de octubre del 2014 al 30 de sept de 2015 43.159 cubanos viajaron a Estados Unidos, mientras que en el mismo período un año antes lo hicieron 24.278. Y que los viajes de norteamericanos a la isla han aumentado en un 54% en el último año. Pero no hay que dejarse engañar por tales cifras. La tan esperada transformación en la vida cotidiana de los once millones de cubanos no ha ocurrido. Las enormes expectativas tras el anuncio del deshielo diplomático se encuentran, hasta ahora, estancadas. No hay mejor calidad de vida ni mayores libertades. Incluso muchos temen que, después de todo, las relaciones vuelvan a congelarse. Cierto es que los cambios no ocurren de la noche a la mañana, pero el camino que se vislumbra es lento y complejo. Hay todavía muchas páginas por escribir en esta larga historia.

Soledad Reyes

Investigadora y docente de la Facultad de Gobierno
Universidad del Desarrollo.
Magíster en Ciencias Sociales, Universidad de Chile
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