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Budismo en China: el lado compasivo del partido comunista

Desde 2005 se realizan diversas reuniones para el desarrollo del budismo, donde se enfatiza en la educación socialista y patriótica, que se representa con el emblema, Ai guo ai jiao爱国爱教, amor a la patria y amor a la enseñanza. También se convoca a seguir aprendiendo del espíritu de las ocho corrientes budistas que hay en el país, a desarrollar los espacios budistas en toda China y a crear un puente entre la civilización material…

China

En abril de este año las autoridades del gobierno chino en Tíbet reiteraron que en todos los templos se debía colgar la bandera china y los retratos de los líderes nacionales. La principal razón de esta orden tiene que ver con la política nacional de patriotismo y unidad del gobierno que en Tíbet se ejerce con mayor presión. A cambio, el gobierno entrega pensiones básicas mensuales (120 yuanes) a monjes y monjas mayores de 60 años. A los demás religiosos se les ofrece la opción de pagar entre 100 y 3000 yuanes al año,para que al cumplir los 60 años reciban una pensión entre 134 y 452 yuanes al mes. Asimismo, al pagar 60 yuanes anuales, reciben un seguro de salud.

Las políticas de cooperación mutua entre las religiones y el Estado se observan con mayor tensión en la zona geográfica tibetana, donde la imposición de unidad política, social y cultural se realiza de manera notoria. No obstante, el gobierno busca el apoyo patriótico del budismo y de las demás religiones a nivel nacional. Al respecto, me parece fundamental destacar el papel del budismo, pues no sólo es la religión que más se practica en el país (185 millones, año 2012), sino la que mejor ha adaptado su doctrina a las políticas socialistas del gobierno.

Desde 2005 se realizan diversas reuniones para el desarrollo del budismo, donde se enfatiza en la educación socialista y patriótica, que se representa con el emblema, Ai guo ai jiao爱国爱教, amor a la patria y amor a la enseñanza. También se convoca a seguir aprendiendo del espíritu de las ocho corrientes budistas que hay en el país, a desarrollar los espacios budistas en toda China y a crear un puente entre la civilización material y espiritual, que contribuya al mejoramiento de la vida de todos los chinos. Por su parte, la Asociación Budista de China difunde sus responsabilidades para y con la sociedad en su página oficial de internet. Entre ellas se señala la unificación; guiar a cada uno de los devotos de distintas nacionalidades chinas a respetar la constitución, las políticas y las leyes del país; colaboración con el gobierno en la implementación de las políticas de libertad religiosa y en las regulaciones de las leyes, defendiendo los derechos legales e intereses del mundo budista. Asimismo, señala la promoción de la unión patriótica (同胞) con Taiwán, Hong Kong, Macau, los residentes budistas chinos en el extranjero, y el entendimiento, la cooperación de unificación y promoción de la unidad con la madre patria. A su vez, llama a mejorar la cohesión cultural entre las nacionalidades chinas.

Para que el budismo funcione de manera efectiva ante las necesidades del Estado ha debido adquirir tanto características modernas, que surgen desde principios de siglo XX, como socialistas, que se insertan como salvavidas de la fuerte represión que se inicia con la llegada del comunismo al poder.

Después de la caída del imperio Qing, el budismo, liderado por notables maestros como Taixu, buscaba la manera de evitar la desaparición de la religión, realizando reformas que fomentaran la educación, la acción caritativa, la disminución del rito con elementos mágicos; algo así como lo que Gananath Obeyesekere denomina un “budismo protestante.”

Con Mao Zedong en el poder, las religiones deben acomodarse a otra ideología, a la marxista, cuya teoría señala que las religiones están hechas por el hombre y no viceversa y sólo contribuyen a que las personas prediquen y no actúen. Mao recalca la inutilidad de la religión cuando dice a los campesinos que los dioses y las diosas son cosas miserables, ya que han sido siglos de adoración y, sin embargo, nunca han derrocado a los tiranos imperialistas. A pesar de esto, la Constitución de 1954 no niega la libertad religiosa, pero el partido creaba diversas artimañas para evitar la práctica religiosa.

Por su parte, los monjes buscaban la manera de que el budismo pudiera compatibilizar con el comunismo. Su estrategia general fue la de identificar ciertas ideas budistas o prácticas y reinterpretarlas en términos marxistas-socialistas. Líderes de la Asociación China Budista de ese entonces señalaron que si hay ciertas diferencias que violan las políticas del partido entonces el budismo debe ponerse en el lado del partido más que en la religión; debe dejar los puntos de vistas budistas y obedecer absolutamente las políticas del partido. Otra manera de compatibilizar el socialismo con la ideología budista era reinterpretando el contenido de su pensamiento, por ejemplo, la cadena del ciclo de nacimiento de los seres vivos. Ésta se debe al karma negativo del pasado, el que encuentra su origen en tres venenos: gula, ira e ignorancia. Estos tres venenos los interpretan en términos socialistas: son los pecados de una sociedad capitalistas, de los ingresos de las prácticas de propietarios privados. De ahí que se enseñaba que liberarse de esos ciclos de renacimiento se entiende como una liberación de la sociedad capitalista.

Después vino la Revolución Cultural (1966-1976), periodo en el que la represión a las religiones llega a su punto más alto. No obstante, con las reformas de Deng Xiaoping, las prácticas tradicionales y las religiones vuelven a despertar y, hoy por hoy, China revive las ceremonias, fiestas y ritos del pasado. El reavivamiento viene de la mano con la unidad patriótica que el gobierno proclama e inserta como regla para toda institución. Pero además, el partido observa que las religiones también son instrumentos útiles para otro tipo de problemas asociados a las políticas sociales, como el comportamiento civil o la colaboración y protección al medio ambiente. Sobre esto último es notable la narrativa de nuevos discursos en congresos internacionales, donde se combina la práctica de la compasión budista con la protección al medio ambiente, asunto que es de suma importancia para el gobierno chino. Un ejemplo es la Conferencia internacional de la civilización ecológica y reportajes sobre el medio ambiente que en junio organizó el Yale Center de Beijing (Universidad de Comunicaciones de China, Pulitzer Center y Yale School of Forestry & Environmental Studies). Uno de los capítulos que recoge el texto sobre los temas discutidos en la conferencia trata de la cultura y las religiones. En ese apartado encontramos los comentarios del maestro budista Shuguang, quien enfatiza en la interrelación entre la naturaleza y el cuerpo humano, donde los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y viento) se combinan y crean nuestro cuerpo y el de todos los seres vivos; “los bosques son nuestros pulmones, las flores, el pasto y los árboles nuestro cabello, el agua nuestra sangre, la tierra nuestros músculos, las montañas nuestros huesos y los pantanos nuestros riñones.” Así, concluye que la manera en cómo nosotros vivimos es como vive el medio ambiente.

Es sabido que el budismo (y todas las religiones) se transforma a medida que se inserta en distintas culturas y se acomoda a las realidades circunstanciales de una sociedad. El discurso que señalo arriba, sobre el medio ambiente, tiene que ver con esta transformación a un budismo moderno, el cual nace, principalmente, con la migración budista a Estados Unidos, donde el budismo se racionaliza, se desmitologiza y se crea un discurso romántico con un análisis psicológico. A mi parecer, este discurso va poco a poco adentrándose en la sociedad budista china, como un nuevo elemento que colabora en las políticas de unidad, patriotismo, como también en la construcción del tan usado concepto de wenming, “civilización” (文明), que el gobierno chino recalca, día a día, a su pueblo. En un futuro cercano veremos si el budismo logra complacer al partido y, en el proceso, colaborar en el desarrollo de un país menos contaminado y más compasivo.

María Elvira Ríos

Doctor en Estudios de Asia y África, especialización en China
Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México.
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