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Oportunidades y Desafíos a MERCOSUR en su 48° Cumbre

Concretamente, en los últimos años Mercosur se ha enfrentado a desafíos por nuevas dinámicas en su entorno regional como la Alianza del Pacífico, las negociaciones en torno al TPP (TransPacific Partnership), y las propuestas de TLC bilaterales de EE.UU por una parte y de la UE por otra.

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En este contexto, lo que ha ocurrido en esta última Cumbre se transforma en un punto de inflexión en el proceso de integración de Mercosur que debe llamarnos la atención.

Mercosur surge en 1991 como un proyecto de integración que se propone conformar una Unión Aduanera para concretar luego un Mercado Común. La paradoja de dicho proyecto hoy en día es que a 24 años de su existencia todavía no ha logrado el requisito de la unión aduanera y ya no parece posible de lograr.

No obstante, a pesar de su escasa integración o estancamiento constante, Mercosur se ha mantenido como un actor regional aun cuando han surgido nuevos bloques y nuevas formas de integración como UNASUR y la Alianza del Pacífico entre otras. En efecto, Mercosur corresponde al periodo de la integración latinoamericana que se denomina “regionalismo abierto”, manteniéndose en los periodos posteriores como el “regionalismo postliberal” cuyas organizaciones símbolos fueron la el ALBA y UNASUR, y en el periodo actual bajo la denominación de “regionalismo estratégico hacia fuera” siguiendo las nuevas propuestas conceptuales en el marco de la Alianza Pacífico. En general, dichos periodos generan una superposición de proyectos de integración sin que ninguno quede obsoleto o deje de existir.

Precisamente por la larga existencia de Mercosur en la integración latinoamericana y porque tiene a Brasil como potencia regional, es relevante mirar los desafíos y oportunidades que enfrenta el bloque en la actualidad y que es el objetivo de estas líneas. En especial cuando los miembros de dicho bloque en su 48° Cumbre reconocen la necesidad de “reformularse” de acuerdo a las nuevas configuraciones económicas en la región y en el mundo. Como la misma Dilma Roussef ha señalado en la oportunidad, Mercosur debe “adaptarse siempre a las nuevas circunstancias”.

Concretamente, en los últimos años Mercosur se ha enfrentado a desafíos por nuevas dinámicas en su entorno regional como la Alianza del Pacífico, las negociaciones en torno al TPP (TransPacific Partnership), y las propuestas de TLC bilaterales de EE.UU por una parte y de la UE por otra.

En este contexto, lo que ha ocurrido en esta última Cumbre se transforma en un punto de inflexión en el proceso de integración de Mercosur que debe llamarnos la atención. Lo anterior, en cuanto se plantea reformular las reglas del Mercosur para que, como bloque o en forma individual, sus miembros puedan integrarse a las nuevas corrientes del comercio regional e internacional. No debemos olvidar que hasta ahora Mercosur ha impedido a los países que lo integran hacer acuerdos de libre comercio de manera individual. Por lo tanto, es la variable “individual” lo relevante en dicha reformulación.

En efecto, el aspecto señalado tendría un efecto directo en la división de los miembros del bloque. Un ejemplo de ello, es la posibilidad de un TLC con la UE, que es una opción que se ha estado trabajando en el último tiempo y con algunas opciones de concretarse. Al respecto, tenemos que, por un lado, Brasil, Uruguay y Paraguay han declarado que quieren avanzar en la firma de este acuerdo, y por otro lado, Argentina y Venezuela han sido claros en que quieren postergarlo. Esto es lo que se ha proyecta como el Mercosur a dos velocidades, en lo inmediato con la UE, pero que podría ser una dinámica que más adelante se repita hacia otros países o bloques. Incluso hay otros antecedentes, recordemos que Uruguay y Paraguay ingresaron como miembros observadores a la Alianza del Pacifico, decisión que no se pudo tomar en bloque.

¿Puede ser esto el fin de Mercosur? ¿Y qué pasa con los intereses de Brasil?  La realidad demuestra que la economía de Brasil no es dependiente del Mercado Común del Sur como si lo es el caso de Argentina, en ese sentido, Brasil puede diversificar sus relaciones comerciales aun cuando Mercosur no avance en su integración. En gran parte esa es la razón que ha permitido el estancamiento de la integración en este bloque el poco compromiso de Brasil con el proceso. En palabras simples, la economía brasileña no depende de Mercosur y tiene muchas otras opciones de comercio.

Veamos el caso de la Alianza del Pacífico. Brasil ha buscado construir un discurso de acercamiento y complementariedad entre Mercosur y el nuevo bloque. Chile hizo suyo dicho discurso y lo llevo a la discusión interna de la AP, sin embargo, no ha tenido mayores efectos entre los otros tres miembros. Dilma reforzó el discurso  de complementariedad en mayo de este año en su visita a México pero sus logros fueron acuerdos bilaterales con la economía mexicana. Esta situación refuerza la idea anterior en cuanto Brasil en forma unilateral tiene muchas opciones de acuerdos comerciales sin necesariamente depender de la existencia de Mercosur.

De ahí lo relevante de este Mercosur a dos velocidades. Relevante para su reformulación y despegue en el nuevo contexto comercial regional y mundial, o bien, para su ocaso y la primacía de acuerdos bilaterales sin integración profunda. En ese sentido, la incorporación de Bolivia que recientemente han firmado un protocolo de eventual adhesión a Mercosur no garantiza estabilidad ni permanencia de la integración del bloque, por el contrario, podría ser otra variable que acentúe aún más la división. No obstante, en lo próximo vienen elecciones presidenciales en Argentina, lo cual deja abierto el escenario hacia un Mercosur que se fortalece en la integración o uno que se extingue por la unilateralidad de sus miembros.

Isabel Rodríguez

Directora de carrera de Ciencias políticas y políticas públicas, Facultad de Gobierno, Universidad del Desarrollo
Doctor en Ciencias políticas y sociología, Universidad Complutense de Madrid, España
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