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El escenario post eleccionario en Japón, los efectos del modelo de Shinzo Abe

El escenario que ha enfrentado, ha puesto a gran parte de la opinión pública en torno a las expectativas generadas de su programa, pues tras dos décadas de precariedad económica Abe renovaba los espíritus con un discurso centrado en el mejoramiento de las condiciones salariales, el combate a la deflación y inclusión definitiva de las mujeres al mercado laboral.

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Una arriesgada apuesta puso sobre la mesa el Primer Ministro del Japón, Shinzo Abe, a partir del pasado 21 de noviembre de 2014 cuando decidió disolver el Congreso para llamar a elecciones de la Casa de Representantes del Shugiin. Como estrategia electoral, la decisión del líder del Partido Liberal Democrático (PM) se ajusta a la necesidad de obtener un voto de confianza desde el electorado en una alicaída economía, la cual prometió reformar hace tan sólo poco más de dos años. Y a tan solo un par de meses de su victoria, el PM japonés ya comienza a sembrar los frutos de su triunfante estrategia política.

El escenario que ha enfrentado, ha puesto a gran parte de la opinión pública en torno a las expectativas generadas de su programa, pues tras dos décadas de precariedad económica Abe renovaba los espíritus con un discurso centrado en el mejoramiento de las condiciones salariales, el combate a la deflación y inclusión definitiva de las mujeres al mercado laboral. Sin embargo, las políticas de amarre del gobierno anterior, relacionadas con el alza de impuestos, han – a juicio de algunos economistas – mermado la actividad económica del país asiático, el cuál cayó en recesión durante el segundo semestre del año recién finalizado. Tras el aumento de tres puntos porcentuales de 2014 (5% al 8%), este 2015 comenzó con la amenaza de un nuevo aumento de dos puntos porcentuales, llegando a un 10%, es decir, un incremento del 100% de los impuestos afectando al consumo y la inversión.

Las consecuencias inmediatas de la fuerte alza enfrentan al país nipón a un escenario precario en términos económicos y de creciente descontento social. Así, Abe buscó una formula política que le permitiese retrasar el alza de impuestos e implantar su plan de “Abenomics” de manera segura. Ahora, con una amplia mayoría en el Parlamento y el apoyo político y social para retrasar la puesta en marcha, Shinzo ha logrado retrasar la política, anotándose un fuerte triunfo político.

Tras su victoria en las pasadas elecciones, las consecuencias inmediatas de su estrategia política comienzan a dar frutos. Resulta fundamental entonces analizar el escenario político interno de Japón, la situación económica y social, y finalmente las posibles derivaciones hacía el sistema internacional.

En cuanto a la conformación de las fuerzas políticas, en la elección del pasado 14 de diciembre la coalición liderada por el partido del PM logró una abultada mayoría en la cámara de representantes, dominando junto a su partido aliado – el Komeito – tres cuartos de los escaños (326 asientos de un total de 475). Esta supremacía permitiría que el bloque oficialista pudiese impulsar durante los próximos cuatro años sus reformas sin mayores contra saltos en el legislativo.

Mientras la oposición – liderada por el Partido Democrático Japonés – sólo logró 73 asientos. Sin perjuicio de que durante las semanas previas a la elección no hicieron más que estar de acuerdo con una parte substancial de las políticas de corto plazo de Abe, cuestión que generó en la opinión pública nipona un profundo sentimiento de rechazo hacía la discusión tras la elección, facilitándole aún más el camino al bloque incumbente.

Este último punto no sólo trajo como resultado un bajo apoyo en las urnas, sino que también permitió el auge del Partido Comunista (21 escaños) y la más baja participación electoral que ha vivido el país asiático en las últimas elecciones (caída de 6 puntos porcentuales), lo cual reflejaría un profundo desapego hacía la discusión política actual centrada básicamente en las ideas de Abe pues no existe un discurso unificado que permita contrarrestar el efecto del PM y su gobierno sobre la opinión y debate público. No nos puede dejar de llamar la atención la posibilidad de que esta baja participación se deba un castigo desde el elector hacía los partidos de oposición por su falta de articulación frente a las políticas del PM, situación que fue reflejada ampliamente por los sondeos de intención de voto en las semanas previas, dando lugar a una elección muy poco competitiva.

De esta forma, Shinzo Abe no sólo logró configurar a su favor un ambiente desfavorable desde las cifras, sino que también aseguró durante los próximos cuatro años la posibilidad de implementar reformas, gracias en gran parte a su habilidad política para medir la temperatura y tomar decisiones en el momento certero y preciso .

Desde un punto de vista social y económico, las elecciones en Japón mostraron las dos caras de un país desarrollado pero con altos desafíos en torno a sus clases medias. Mientras el Primer Ministro hizo un fuerte mea culpa frente a las consecuencias de la política pública nipona en las últimas décadas y prometía hacer llegar los avances de su programa de gobierno a todos los estratos de la sociedad, la prensa mostraba casos donde se reflejaban que las expectativas sembradas durante su primera campaña aún no generaban frutos. Madres solteras sin trabajo, obligaciones contractuales exageradas para recibir beneficios de salud y seguridad social y la poca confianza de los ciudadanos en el sistema financiero arrastraban los puntos negros de una elección que – bajo todas las encuestas y análisis de expertos – parecía cerrada y corrida antes de comenzar.

La baja confianza hacía el sistema financiero y la economía de los japonés tiene a su vez una expresión potente en el compromiso de los trabajadores con sus empleadores e instituciones, pues de acuerdo a una encuesta del grupo Gallup, sólo un 7% de los empleados nipones sienten algún tipo de vínculo con el lugar donde se desempeñan. Esta cifra ha disminuido de manera dramática en la última década, y es un fiel reflejo de una sociedad que vive profundas transformaciones desde la antigua época del honor y deber.

Es, por lo menos decir, un gran reto para el PM nipón reestructurar las confianzas entre consumidores y empresas, pues el consumo interno ya se ha visto fuertemente perjudicado por el aumento de impuestos. Y a sólo un par de meses de su rotunda victoria, ya ha comenzado a capitalizar su triunfo y aplicarlo sobre los cimientos de la economía. Reflejo de ello son las leyes cortas que le han permitido aplazar la puesta en marcha del aumento de impuestos, a fin de oxigenar a una economía que se veía sofocada.

Por último, tanto el nuevo escenario político como la configuración social y económica actual del país nipón generan repercusiones hacía la estabilidad de las fuerzas de poder en Asia. Pues mientras una recuperación económica producto del plan “Abenomics” generaría un estimulo a la posición de poder de Japón frente a China y Corea del Sur, existe la posibilidad de que a su vez este nuevo mandato de Shinzo Abe decante en una nueva política de su país hacía el resto de Asia, poniendo en jaque las actuales cuotas de poder. Esto, obligaría a renegociar los términos del intercambio económico, un enroque de esferas de influencia y una nueva dinámica.

Y así, tanto el sistema internacional como la política interna del Japón han hecho eco de esta nueva posibilidad. Mientras por un lado China y los países del sudeste asiático miran con recelo los nuevos planes nipones, el PM llama a repensar la antigua Constitución pacifista conformada tras la Segunda Guerra Mundial. Un paso no menor – y muy audaz – cuando se tiene en consideración la posición relativa de una de las mayores economías del mundo frente a los aspectos militares en las últimas siete décadas.

Ahora bien, de no prosperar las profundas reformas de Shinzo Abe el país nipón perdería una nueva oportunidad de hacer frente al gigante Chino y de establecer una posición relativa de superioridad con Corea del Sur. Situación no menor teniendo en cuenta la malograda situación en la cual se ha sumergido el país frente al exponencial crecimiento de sus vecinos y su imposibilidad de escapar de la trampa económica en la cuál esta inmerso hace décadas.

 

Miguel Ángel Fernández

Docente e Investigador Facultad de Gobierno Universidad del Desarrollo.

Magíster en Gestión Pública mención Dirección y Control,Universidad San Sebastián

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